Abstracción

31 de octubre de 2009


La novela es un arte figurativo. No tolera la abstracción, como en cierto grado sí lo hace la poesía. La novela necesita recrear una realidad, necesita esa realidad como materia prima insustituible. Aunque sea para verterla en moldes que la rehagan hasta la inverosimilitud. Ya nadie repite el adagio stendhaliano de que la novela es un fiel reflejo de la realidad (un espejo en el camino) porque los moldes literarios son demasiado obvios y los resultados demasiado artificiosos como para confiar en una fiel duplicación de lo real. La novela negra, sobre todo, necesita, amén de personajes enterizos, sociedades concretas y espacios físicos reconocibles. Estos pueden conservar su toponimia real(Venecia, Barcelona, Fráncfort) o adquirir una postiza, inventada, una frágil película que apenas vela lo que quiere ocultar. Pues los agudos perfiles de lo real (una realidad seleccionada con los aspectos más crueles y desagradables de la misma) no dejarán de transparentarse para crear una agradable ficción.
El novelista es un artista con vocación figurativa.

La ilustración es un tapiz diseñado por la artista Sophie Taeuber-Arp (1889-1943).

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