Fajas

11 de octubre de 2009


No me gustan las fajas. No me refiero a las de la ilustración, que tampoco, sino a las fajas publicitarias que rodean a los libros. Quienes fajan así a los libros, como antaño se hacía con los bebés, sin duda piensan que los libros son menores de edad, incapaces de moverse por sí mismos y de ofrecer información de forma autónoma y desconfían, además, de la capacidad lectora del posible comprador. Pero no he podido evitar leer la faja del último Mankell que reza, como un falso título (un título usurpador y falaz) "El adiós de Wallander". Como es de rigor, rompo la faja de marras, que contiene también el rostro de un escéptico Mankell y la información de las astronómicas ventas de sus libros. Hace bien en poner el autor esa cara en la foto porque luqego no se sabe qué van a hacer con tu imagen: a lo peor la estampan en una valla publicitaria o en una camiseta. O en una faja.

Henning Mankell,"El hombre inquieto". Barcelona, Tusquets, 2009.

4 comentarios:

Índigo dijo...

Igual me pasa, ver una faja y lanzarme a romperla y quitarla de enmedio es todo uno. (Aunque la de la foto... igual tiene su puntillo...)
Besito, compi

HLO dijo...

Bueno, compi, puedes presumir de que a ti no te hacen falta...

Un besote

Lucía dijo...

No llego a tirarlas, las quito y las utilizo de marca páginas. Al final se quedan dentro del libro.
Un abrazo.

HLO dijo...

Es una tentación...Pero piensa que las fajas te menosprecian: te tratan como a un simple consumidor que necesita saber si lo que se lleva a casa tiene gluten o no. Un consumidor que se deja llevar porque veinte millones han consumido ya...

Abrazos