El amante de los diccionarios

18 de noviembre de 2009


Todo escritor debe ser, en mayor o menor grado, un amante de las palabras. Que sea un amante de los diccionarios, no es obligatorio pero sí esde agradecer. Domingo Villar abre cada uno de los capítulos con las distintas acepciones de una palabra. Una palabra en apariencia sencilla, como "barra" o "testigo", pero que de repente se carga de connotaciones misteriosas, de ecos nunca escuchados que pugnan por salir a la superficie del significado. Con este procedimiento, se crea en cada capítulo una tensión interna, una minúscula intriga que se resuelve cuando adjudicamos el significado preciso de la palabra al contenido del capítulo en cuestión. Una micro-intriga muy efectiva.
Todo escritor es, en definitiva, un detective de palabras. Aunque algunos más que otros.

Domingo Villar, "La playa de los ahogados". Madrid, Siruela, 2009.

2 comentarios:

l'archivadora dijo...

Domingo Villar fue un grato descubrimiento. Y descubrir si la palabra que inauguraba cada capítulo definía el mismo, un juego placentero.

HLO dijo...

Pues sí, los mejores descubrimientos son puramente casuales; hasta en un sólo mostrador con un rimero de libros se puede encontrar algo bueno.