K de Kinsey

15 de noviembre de 2009


Cosas de la traducción: en el original la K es de "killer". Así se entiende mejor que la novela comience con la definición jurídica de "homicidio" criminal...Porque eso tendrá que investigar Kinsey: la muerte de una chica, Lorna Kepler, que ha aparecido muerta en el cuchitril en el que vivía. Lorna no era un angelito: se dedicaba a la prostitución de lujo, había participado en al menos una película pornográfica y había amasado una cantidad de dinero sospechosamente alta. Pero tenía una madre. Y las madres, ya se sabe, siempre piensan que los profesores suspenden a sus criaturas porque les tienen manía, y que, hagan lo que hagan, los frutos de su vientre no son lo que parecen...La madre, una vaquera urbana con tanta bisutería encima como para montar una tienda, le pide a Kinsey que investigue. El caso ya ha sido investigado por la policía, por Cheney Philips, y no se ha encontrado al culpable. Pero nuestra amiga es cabezota y, si se empeña en algo, lo consigue. Aunque no sé por qué no se empeña en abandonar esa dieta que incluye hasta bocadillos de máquina...Claro que es Cheney (un Cheney de pelo rizado "como el de un perro de lanas de calendario") quien se lo trae junto con bolsitas de salsa picante, tomate, mahonesa y mostaza. Si es que hay hombres doblemente malos para el corazón...

Sue Grafton, "K de Kinsey". Barcelona, Tusquets, 1995.

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