Lectora

13 de noviembre de 2009


Cornelia sale a correr con su amiga Iris. Ésta, inopinadamente, le pregunta que si de verdad lee novelas policíacas. La comisaria dice que sí. Y su amiga se extraña: "(...) es como llevarse trabajo a casa". Pero Cornelia le replica que la mayoría de las veces lo que se narra se parece muy poco a lo que hacen los policías (ella, personaje de ficción lo afirma). La pirueta metaliteraria no concluye aquí, pero sí lo que a mí me interesa anotar: faltaría más, digo yo. La novela policíaca es un artefacto literario y, como tal, se cosntruye con los elementos literarios propios (un tema convencional, un formato narrativo, una tradición literaria -la que arranca de la novela decimonónica, con su descripción del entorno social, su carga de folletón, su costumbrismo urbano). Lo que sí se le pide a la novela policíaca o negra en general, es versosimilitud. Que utilice esos recursos literarios y los datos extraídos de un entorno concreto de una forma creíble. Y que se digan los menos disparates posibles acerca de las labores policiales. Que, como todas las labores, son tediosas pero de una concreción meridiana.

La ilustración reproduce un cuadro de Francine Van Hove y se titula "Liseuse".

Rosa Ribas. "Con anuncio". Barcelona, Viceversa, 2009.

0 comentarios: