La pirámide

16 de abril de 2010



En este relato -una novela corta en realidad- se mezcla, como es habitual, la vida personal y los asuntos profesionales de Wallander. Como siempre, un desastre en sus relaciones filiales y amorosas (una mujer con la que se acuesta pero a la que no ama; su padre, un auténtico anti-padre, entre excéntrico y chalado, desagradable las más de las veces -ahí Wallander no tiene la culpa, el pobre). Y luego el caso, que va anudándose desde diversos cabos: el accidente de una avioneta, el incendio de una mercería, la ciudad de Marbella (Spain) al fondo...
El delincuente, al final, lúcido, perora: "¡Qué sabemos de las personas en realidad? Salvo que tienen puntos débiles, que son los que debemos localizar."
Todos, en efecto, tenemos puntos débiles. Algunos, además, una vida disoluta que ocultar...

Henning Mankell, "La pirámide". Barcelona, Tusquets, 2010.

3 comentarios:

NC dijo...

¿Por qué has vuelto con Wallander?
Lo tuyo parece ya una adicción amorosa.

HLO dijo...

Sí, lo mío con Wallander es de psiquiatra. Amo et odi...!

Estoy harta de cadáveres carbonizados (¿por qué hay tantos en sus novelas?). Pero sigo leyendo, a pesar de que no me parece un personaje simpático.
Siguiendo los gustos de Donna Leon y Noemí Pastor (vaya dos ¿eh?) voy a pasarme a Ruth Rendell.

Francisco Ortiz dijo...

Me empaché de Mankell hace tiempo y ahí sigo yo también.