Balas de plata

23 de septiembre de 2011

Desde las primeras páginas de la novela, ya sabemos que Edgar Mendieta es un policía distinto a los demás. Sabemos, por ejemplo, que acude a la consulta del doctor Parra para curarse de sus males del alma.
Sabemos que de niño sufrió abusos por parte de un sacerdote.
Sabemos, en fin, que piensa que la felicidad es una estupidez
no más....O por lo menos así se lo dice su terapeuta y él no rechista.
Entretanto, alguien va incrustando por ahí balas de plata en sujetos como Bruno Canizales, un abogado con dos caras, como Jano: una bien oscura y enlodada. Pero Paola Rodríguez lo ama y ahí tiene la excusa para acabar con su días. Porque, como decía un antiguo amante suyo "¿quién quiere vivir para siempre?" (pág. 27).

(Respuesta a la interrogación, que no es retórica: Elías Canetti. Y lo consiguió, porque murió mientras dormía, luego es bastante probable que no sepa que es hombre muerto).

La ilustración es un homenaje a un traductor que a su novela la llamó simplemente "Silber" ("Plata" en alemán).

Élmer Mendoza, "Balas de plata". Barcelona, Tusquets, 2011. Colección Fábula.

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