Carolina Grau

18 de septiembre de 2011


La narración empieza rehaciendo El Conde de Montecristo, la formidable narración de Alejandro Dumas: el abate Faría es quien se fuga de la inicua prisión del castillo de If en lugar del pobre Edmundo Dantés.
Bueno, hasta ahí bien. Es legítimo tomar los personajes literarios prestados y moverlos en la propia narración al antojo de cada cual: allá cada uno con sus posibilidades.
Después, el cambio del tono narrativo es tan drástico que casi suena a tomadura de pelo: Brillante, un niño especial, que nace así, brillante, con un halo luminoso y que vomita oro...
(El nombre de Carolina Grau, como un talismán que va saltando de relato en relato).
Tendré que seguir leyendo para emitir un juicio porque la verdad no sé qué pensar. Ya os contaré.

(En la ilustración, oleo de John Wiliam Godward, en el que se basa el diseño de la portada del libro).

Carlos Fuentes, "Carolina Grau".Madrid, Santillana, 2011.

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