Flamenco Primavera

25 de marzo de 2012


El viernes 23 fue inaugurada en el instituto Miraya del Mar, de Torre del Mar, la exposición "Flamenco Primavera". En una bonita sala, recién habilitada para este uso, un conjunto de artistas ha expuesto una muestra de su obra. Acogiéndose al lema propuesto, el conjunto de las obras es una auténtica explosión de color; una muestra indubitable del vigor creativo de estos artistas plásticos que han de compatibilizar la tarea artística con su labor docente. Lo cual no deja de tener un mérito especial, como señaló el Sr. Francisco Delgado Bonilla, alcalde de Vélez-Málaga, en el acto de inauguración.
Como se afirma en el bello cartel hecho para la exposición, aquí hallaremos la "alegría, el color y la pasión como lenguaje".
En la fotografía, la artista y promotora de la exposición Belén Ruiz junto a su obra titulada "A compás", originalísima composición desplegada como las alas de una mariposa y cuyo reverso nos depara una sorpresa musical...

Flamenco Primavera. Sala Planta Baja, I. E. S. Miraya del Mar, Torre del Mar (Málaga). Hasta el 30 de abril. Horario; de 9.30 a 14 horas; tardes con cita previa.

Tiempo y arena

22 de marzo de 2012

Ayer estuvo en Málaga la escritora Inma Chacón para presentarnos su novela "Tiempo de arena", finalista del premio Planeta 2011.
La presentación del libro tuvo lugar en el Centro Andaluz de las Letras, en calle Álamos 24, como es habitual. Después de unas palabras de bienvenida de Pablo Monereo, el escritor Antonio Montes (ganador el año pasado del premio Café Gijón con su novela "El grito") nos habló de la autora y de su obra. Tras una breve semblanza biográfica, declaró que esta novela (y de igual modo la de Javier Moro, la ganadora)  lo había reconcialido con los premios Planeta. Pues a veces las obras ganadoras no están a la altura literaria incluso de sus propios autores. No es el caso de la novela de Inma Chacón. Posee un "comienzo potente", nos dice el novelista malagueño,que consigue atraer al lector, con un enigma que se resuelve en las siguientes páginas (los supuestos hijos perdidos o arrebatados a la joven agonizante) a la vez que se va desplegando la historia de cuatro mujeres (Mariana, Munda, Alejandra y la hija de la primera de ellas, María Francisca). El inevitable telón de fondo es la situación de las mujeres a finales del siglo XIX y principios del XX en España. En una sociedad en la que el trabajo fabril, si existía para ellas, era lo más parecido a una esclavitud y donde, si asisten a la universidad, han de hacerlo escoltadas por las autoridades y con el insulto de sus compañeros varones como acompañamiento.
Con ser importante este marco histórico ("un fresco impresionante" en palabras de Antonio Montes), la novela destaca por su lenguaje lírico, preciosista. No en vano, Innma Chacón es autora de varios poemarios ("Alas" y "Urdimbres", en Ellago Ediciones). También son destacables los saltos temporales de la narración,  construida en dos planos, uno situado en los años 1920-1922, otro en el  último cuarto del siglo XIX hasta esa fecha. No obstante, esto no afecta a la inteligilibilidad del texto, sabemos perfectamente en todo momento en qué tiempo se desenvuelve lo narrado. Pues, como concluyó Montes, es una novela" muy bien pensada", muy bien articulada. Una novela que recomienda vivamente a los potenciales lectores.
A continuación tomó la palabra Inma Chacón. Se refirió en primer lugar al tiempo; cómo el tiempo es una convención, algo que existe porque los humanos lo medimos. Ella habló de ese reloj de arena que posee y que asombrosamente se detiene de vez en cuando: ese tiempo sólido y que fluye a la vez, que es el que le da nombre a la novela.Y si el tiempo ocupa un lugar importante en el discurso narrativo, también lo tiene la paciencia, una virtud tan "necesaria" y tan deseñada hoy en día, pero que sus personajes conocen a la perfección. Esos personajes que son herederos de una novela anterior, "Filipinianas", aunque ambas narraciones son independientes. (La autora señaló la conveniencia de que el narrador sepa cuándo empieza y cuándo acaba su relato con precisión). En dichos personajes hay un homenaje a su abuelo, que vivió en Filipinas y se casó allí, pero sobre todo son personajes fuertes, mujeres que no quieren el lugar que la sociedad les ha asignado (o sí: hay una excepción) y que luchan férreamente por conseguir esa felicidad más o menos utópica (en el caso de Munda, que entra en la masonería) o de Alejandra (que quiere un mundo mejor pero "con las leyes en la mano").
La novela, nos dice la autora, es ante todo, una "novela de sentimientos", de "sentidos"; ella quiere comunicar, expresar lo que está sintiendo. No es simplemente una novela reivindicativa que muestre esa penosa situación de las mujeres de hace una siglo. Aunque, afirma, esté siempre presente la intención de poner "un granito de arena para crear un mundo mejor".

(En la fotografía, Inmma Chacón en el Centro Andaluz de las Letras de Málaga). 

Inma Chacón, "Tiempo de arena". Barcelona, Planeta, 2011.

La señora Lirriper

9 de marzo de 2012

Aunque sólo fuera por la belleza del libro en sí habría que comprarlo de inmediato. Alba ofrece unos volúmenes impecables, con un papel ahuesado de tacto delicioso, una tipografía exquisita y unas portadas cuidadosamente elegidas, además de sus ya característicos lomos dorados que crean un espacio bien definido, con cierto aire de suntuosidad nada pretencioso, en las estanterías de cualquier biblioteca particular.
Este libro, además, resulta más que deseable no sólo por el atractivo de la marca "Dickens" sino por la originalidad de su composición. Pues aunque puede llevar a confusión al lector, la sorpresa es agradable: además de cuatro relatos extensos del propio Dickens hay otros de escritores como Elizabeth Gaskell -a la que particularmente adoro-, Wilkie Collins -no siempre magistral pero magnífico cuando quiere serlo- u otros menos conocidos -por lo menos para mí- como Amelia Edwards, Edmund Yates o Rosa Mullholland.
Los relatos fueron publicados en el semanario fundado por el propio Dickens All The Year Round en dos entregas, una en 1863 y 1864. Todos giran, con mayor o menor éxito en el artificio utilizado, en torno a la pensión de la señora Lirriper y el propio edificio en sí. Un establecimiento cuyas características y su peculiar historia se encarga de transmitirnos el propio Dickens en el primer relato.
Un libro delicioso, en fin, no sólo por su bella manufactura sino por el atractivo de las narraciones que nos introducen de un modo eficaz -sentimenatal y estéticamente- en esa microsociedad, parte de la sociedad victoriana.

Charles Dickens, "La señora Lirriper". Barcelona, Alba, 2010.

En la Fnac

3 de marzo de 2012

A mí me encanta comprar libros a través de internet - los adquiero en Agapea, una empresa malagueña;  le dedicaré algún día una entradilla. Hay una disponibilidad de fondos inmensa y los libros los tienes en un tiempo razonable. Pero como el gusto de ir a las librería sin una idea determinada, sin buscar nada en concreto, simplemente para dejarte seducir, como ese placer, pocos. Más grato aún si entre los libros entre los que hozas ¡está el tuyo! Así estaba esta mañana en la Fnac de Málaga, "El códice purpúreo", no lejos de la etiqueta "Javier Marías", bonísima compañía donde las haya.
Me dieron ganas de comprarlo, pero no, fui sensata. Adquirí algo de literatura negra, un Dickens un poco especial, otro lde Cioran - si es que no escarmiento- y alguna cosilla más para preparar lo que estoy escribiendo. Como decía Caballero Bonald citando a otro escritor muy inferior a él: Mi error fue un día abrir un libro...

Herminia Luque Ortiz, "El códice purpúreo". Sevilla, Paréntesis, 2011.

José Manuel Caballero Bonald, "Somos el tiempo que nos queda". Barcelona, Seix-Barral, 2004.

Cernuda II

2 de marzo de 2012


Como ya comprobamos en la primera parte de la obra (Luis Cernuda. Años españoles, 1902-1938), la exhaustividad es una de las características de Rivero Taravillo como biógrafo. El también poeta sevillano nos muestra al biografiado con un dibujo minucioso, resaltando perfiles y acentuando el sombreado con las zonas que ilumina.
Todo ello sin penetrar más allá de donde es posible penetrar, sin rebasar esa línea invisible más allá de la cual es imposible decir con seguridad, sólo aventurar. Rivero no interpreta, no inventa, no mistifica. Sabe que hay zonas de incertidumbre, zonas oscuras que ni las referencias escritas ni los testimonios orales pueden iluminar; tiene la aguda conciencia de que hay una inaprehensibilidad cierta, la certeza de que es imposible atrapar a alguien por completo en una biografía. Así lo dice al final del libro (pág.347), citando las palabras de Cernuda: “Nadie podrá ya evocar para el mundo lo que en el mundo termina contigo”.
 Y sin embargo aquí tenemos la vívida figura de Luis Cernuda en múltiples facetas, como las de un diamante bien tallado. Rivero no nos hurta episodios escabrosos (la posible pederastia), ni el agrio carácter del poeta que le dificulta tanto las relaciones sociales y le lleva a polémicas de carácter literario, como la mantenida con Dámaso Alonso (a quien reprocha la visión crítica de su poesía en Carta abierta a Dámaso Alonso, pág.202); y a sórdidas rencillas de menor tono aún (pág. 288).
Pero lo que destaca en la vida de Luis Cernuda son las condiciones dramáticas que le impone el exilio. Asistimos con zozobra a su peregrinar por ciudades como Londres, Cambridge o Glasgow, con las inherentes penurias económicas de alguien que carece de empleo fijo y carece también de vocación pedagógica. La enseñanza, mal que bien, fue su modo de ganarse la vida y será lo que le lleve a Estados Unidos en 1947. Su estancia en Mount Holyoke (Massachusetts), donde impartirá clases de lengua española literatura a chicas, tampoco será idílica.
Tan sólo México se ofrecerá como un paraíso sureño, el lugar cálido donde volverá a encontrar el amor. Allí conocerá a Salvador Alighieri, un joven (anciano ya pero vivo aún: Rivero lo ha entrevistado para el libro) que será la imagen, recurrente y evasiva a la vez, de Poemas para un cuerpo. Y allí conocerá la muerte, en Coyoacán, en casa de Concha Méndez y su hija Paloma, quienes habían acogido con afecto al poeta.
Indagar con minuciosidad en la vida del autor de La realidad y el deseo se impone como necesario. Pues como nos dice Rivero en el prólogo, si el poeta hubiera tenido una vida repleta de aventuras,  se hubiera podido “despachar someramente su biografía en doscientas páginas”. Mas ese vivir “replegado y monótono dedicado a la creación” es un mundo insondable (¿hay algo más misterioso que la creación?) del que se ha tratado de dar cuenta en esta biografía.
Hay que acercarse a la materia de la vida para comprender la materia poética cernudiana en toda su profundidad, su génesis (muchas veces dolorosa) y sus referentes íntimos, tan crípticos. Hay que acercarse también a esta obra para disfrutar con la excelente labor investigadora de Antonio Rivero Taravillo, la que sólo un poeta de su sensibilidad podía hacer. Pues quizá sólo un poeta excelente puede desentrañar a un excelente poeta con toda su intensidad.

Antonio Rivero Taravillo, “Luis Cernuda. Años de exilio (1938-1963)”. Barcelona, Tusquets, 2011.