Una casa en alquiler

14 de abril de 2012

He vuelto con Dickens. Este Dickens fabril y colectivo, que sabe agrupar en torno a sí a escritores variopintos, unos más conocidos que otros para el público actual. En este volumen la excusa argumental es una misteriosa casa vacía. No sería misteriosa, claro, si no se hubiera mudado enfrente una señora algo impresionable y cotilla (algo así como una señorita Marple avant la lettre). Esta señora, cuyo nombre de pila es Sophonisba pero que no tolera ni a sus amigos que la llamen así, ha visto un fugaz ojo espiarla desde esa casa de enfrente, una casa muy descuidada pero que se ofrece en alquiler. Aquí compiten dos singulares personajes, a cuál más rendido ante la señora Sophonisba, digo Sarah :Trottle, su criado, y un antiguo pretendiente, Jabez Jarber, quienes se detestan mutuamente. Los dos hombres investigarán para ella acerca del oscuro asunto que, en efecto, encierra la casa.
 El siguiente relato (El matrimonio de Manchester), que forma parte de esa investigación, está escrito por Elizabeth Gaskell. Una escritora que adoro y de la que he leído con fruición sus novelas, "Norte y Sur", "La prima Phillis", "Hijas y esposas" y "Cranford", todas en Alba Clásica; y "Lizzie Leigh" en Littera Books, así como "Los amores de Sylvia", en Ediciones del Bronce (sólo tengo entradilla para "La prima Phillis", por increíbele que me parezca, tendré que dedicarle más).
  Hay también es este libro colectivo una parte escrita en verso, de la mano de la escritora Adelaide Anne Procter. Es un poema, como no podía ser de otro modo, de carácter narrativo. En él se cuenta la historia de Bertha, tan abnegada la pobre que no podemos sentir simpatía por ella, tan sólo lástima.
   El epílogo de "Una casa en alquiler", que lleva por título Alquilada al fin, va firmado pro Dickens y Wilkie Collins, en uno de esos raros casos de colaboración literaria que se dan en la historia de la literatura. El libro concluye aquí, coral, feliz, inextricablemente entrelazadas las historias y sus autores. Como la vida misma. En la era victoriana y ahora, que tan enredadados nos pintamos.


Charles Dickens, Elizabeth Gaskell, Adelaide Anne Procter y Wilkie Collins, "Una casa en alquiler".Barcelona, Alba, 2011.

 

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