Skagen

14 de julio de 2009



Wallander está deprimido. Lleva un año fuera de servicio. Ha protagonizado una escena lamentable en un vuelo chárter al Caribe, emborrachándose como un adolescente incontrolado. No puede caer más bajo, probablemente. Ahora se ha marchado a Skagen, en el extremo norte de la península de Jutlandia. Ahora, como escribe Mankell, en la septentrional playa de Skagen, sólo patrulla sobre sí mismo.
De ese marasmo interior sólo lo rescatará un caso casi de encargo. Un abogado, Sten Torstensson, va a buscarlo a su refugio y le pide que investigue la muerte de su padre. Ha muerto en un accidente de tráfico. Pero su hijo sabe que las cosas no son tan simples. Las cosas, en realidad, nunca son simples. Ni la ilustración que acompaña estas líneas es de una playa tropical, ni Wallander está acabado del todo. Sólo que a veces necesitamos que alguien nos pase la mano por el lomo y nos diga que nos necesita. Aunque sea profesionalmente. Y que nos confundan con una playa del trópico para subir nuestra autoestima.

Henning Mankell, "El hombre sonriente". Barcelona, Tusquets, 2007.

2 comentarios:

Paco dijo...

Es dificil de imaginar a Wallander fuera de su entorno, con una camisa estilo hawayano (y sus correspondientes manchas) pero porque no, es inimaginable pero no imposible, de todas maneras en el trabajo policial nadie es imprescindible, todo lo contrario, no importa ni lo que hagas ni lo que sepas, hoy estas aqui, mañana estas alli, o simplemente no estas, y los reconocimientos si los hay... son para otros, que ni saben ni conocen.

NC dijo...

Wallander es un muermo