Si el corazón

24 de enero de 2010



Acabo de leer, como en trance, la novela de A. R. Al modóvar.
A media tarde sabía ya que no podría hacer cosa alguna hasta llegar a la página 467, la penúltima (la última incluye una somera bibliografía y agradecimientos). Luego he sido consciente de que, hasta que no escribiese esta reseña, no me desharía de esa atmósfera precisa y onírica a la vez, grotesca y dramática hasta el infinito en la que está sumergida todo el relato. No me iba a deshacer de Rosa la Culona y Currito Domínguez cerrando el libro, así, por las buenas.
La novela absorbe al lector (a mí y a cualquiera que se acerque con un mínimo de curiosidad) porque logra, con una habilidad suprema, mezclar la ficción novelesca con la realidad más cruda y desesperanzada del período franquista. No es una crónica, no es un fresco realista al uso. A ratos resuenan los ecos de la épica grotesca de un Tirano Banderas o un Yo, el Supremo, de Augusto Roa Bastos, cuando el Caudillo asoma su figura de batracio minúsculo y su voz de pito. Sobre eso y sobre la referencia histórica que se incrusta con naturalidad en el relato (cifras, datos de la represión franquista que ponen los pelos de punta), está la peripecia de unos personajes trazados con brío, con pulso firme; identificables, pero a la vez hechos de sí mismos, no meros figurantes en una farsa cruel y lujuriosa, rijosa y ridícula, extrema y sutil a la vez. El personaje de Rosa, por ejemplo, parece un mero objeto erótico hasta que en el capíulo 36, al indagar en sus orígenes, se muestra con vida propia. Currito y su apacibilidad constitutiva, acabarán por estallar con todo su dramatismo.
Antonio Rodríguez Almodóvar ha creado un auténtico monumento literario con esta novela. Quizá sea la novela definitiva sobre el franquismo (si esa categoría existiese en literatura y no pareciese una usurpación de la historiografía).No sé cómo no le han hecho ya un monumento. En justa reciprocidad. Un monumento broncíneo, perenne, dúctil. Como su escritura. Dúctil, bien trabajada, perenne.

(La ilustración es de Julio Romero de Torres; su estética ha sido identificada con el franquismo, aunque hunde sus raíces en el simbolismo de principios de siglo).

Antonio Rodríguez Almodóvar, "Si el corazón pensara". Madrid, Alianza, 2009.

3 comentarios:

Noemí Pastor dijo...

¡Ay! Cuánto tiempo hace que no pone un libro en trance. Me das envidia.

Noemí Pastor dijo...

Quería decir que no ME pone en trance. Besos.

HLO dijo...

No te preocupes: se entendía. Pero ese ánimo perfeccionista que te habita....

Más besos.