Frida Kahlo

16 de febrero de 2010

Leyendo la novela de Padura ("El hombre que amaba a los perros") donde se cita el episodio de la breve relacón de Trotski y Frida Kahlo, he recordado que tenía una biografía sobre la pintora. Después de rebuscar por las estanterías, lo he encontrado y he visto con sorpresa que el autor es todo un premio nobel, J. M. G. Le Clézio. El libro no es exactamente una biografía de Frida sino de su marido y ella: "Una gran historia de amor en tiempos de la revolución" reza el subtítulo. Pero en la contraportada se define la relación con más acierto: "La boda de un elefante y una paloma". Y no porque describa gráficamente a los personajes sino porque puede entenderse al pintor Diego Rivera como una fuerza de la naturaleza, arrolladora e inmensa, amoral también, y a Frida como un ser frágil, de débiles extremidades y alada imaginación creadora.
La relación amatoria entre el líder bolchevique y la pintora mejicana, aparte de breve, es harto singular. Ella, sin duda, está fascinada por el personaje histórico, el mártir de la revolución marxista, el líder perseguido por un vesánico Stalin (hasta la muerte en tierras mejicanas como no tardará en verse); él, fascinado por esa hermosa y extraña mujer que tiene un talento singular, no duda en engañar a su esposa y compañera de exilio Natalia Sedova.
El arte de la pintora fue definido certeramente por André Breton: "El arte de Frida Kahlo de Rivera es una cinta alrededor de una bomba" (página 186). Es decir, falsamente decorativo, preciso, mortífero. Su función, la de destripar las convenciones de un arte casi siempre masculino, la de eviscerar a la propia artista también.

J.M. G. Le Clézio, "Diego y Frida". Traducción de Mauro Armiño. Madrid, Temas de Hoy, 1994.

2 comentarios:

Francisco Ortiz dijo...

Cómo me gusta que extraigas estas reflexiones de los libros que lees, que muestran así su cara más útil, real, cercana.

HLO dijo...

Muchas gracias, primo. En realidad estoy tirando de "fondo de armario",de lecturas de hace tiempo. Pero los libros están ahí siempre, esperándonos