Una novela para Amparo

21 de febrero de 2010


Extraño oficio el de narrador: contar cosas inexistentes; dedicar la existencia a cosas que no existen y que no hay una necesidad alguna de que existan. Pero, paradójicamente, una vez que son narradas, que han adquirido consistencia literaria, esas cosas poseen una fuerza mucho mayor que lo que se suele llamar "realidad".
En la novela de Antonio Rodríguez Almodóvar, "Si el corazón pensara", los personajes adquieren una consistencia matérica. Se han encarnado a través de las palabras y ya no pueden dejar de existir en nuestra imaginación. El lector desea, incluso, que esa existencia sea prolongada en otros libros. ¿Cuál sería el destino de Amparito y el cura obrero? Cabe imaginarlos en escenarios del tardofranquismo y la transición; en anónimas ciudades-dormitorio o en barriadas de aluvión, donde se desarrollan no sólo las urbes sino las soledades y las alegrías íntimas de tantos emigrantes interiores.
Ojalá el autor escribiera sobre esos personajes. Los llevamos ya en el corazón y, sí, como la naturaleza humana es así de chismosilla, queremos saber qué fue de ellos, que hicieron con sus vidas en aquellos borrascosos años.

(En la ilustración, "Desnudo", de Amedeo Modigliani).

Antonio Rodríguez Almodóvar, "Si el corazón pensara". Madrid, Alianza, 2009.

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