Macedonia de rutas

17 de septiembre de 2010



No es éste un libro de viajes al uso. Es, ante todo, todo el libro de un escritor que viaja. Esto puede parecer una tautología pero no lo es. Porque no siempre ocurre así. No siempre aflora el escritor superando al simple viajero curioso. A veces los escritores se comportan como los turistas más adocenados y anotan, como tantos harían, los tópicos más aptos para el consumo masivo.

Antonio Rivero despliega en los diferentes textos que forman el libro, no sólo un cúmulo de experiencias vitales, sino sobre todo un cúmulo de experiencias culturales, sin separar de una forma obvia y tajante esas dos esferas -al fin y al cabo registros que conforman, sin solución de continuidad, a la persona, su vida particular.

De su mano recorremos sitios que conocemos, aunque sea de otra forma (Ámsterdam, Ronda, Venecia, la Provenza). Y otros lugares que, de tan cercanos, han perdido cualquier aura literaria, como es el caso de Sevilla (un paseo por la ciudad cernudiana nos devolverá una urbe transformada). Y otros sitios como Islandia, Tallin o Coyoacán la bella (pág.191 y ss.) que se iluminan con sagas de regusto borgiano o personajes que conocemos de otros contextos.

Yo destacaría la alta calidad literaria de los textos. En ellos se va incrustando una alta erudición sin que resulte emplagosa y esa mezcla de narratividad sentimental y reflexión teórica tan característica. Un ejemplo sería “Ecos de Guadalajara”, donde evoca sus orígenes familiares mezclándolos con su experiencia en la feria del libro de la ciudad mejicana, a la vez que nos infoma de sus lecturas adolescentes y actuales y sus empresas (en el sentido extenso) literarias.

El texto con el que da comienzo el libro es iluminador. Con anécdota incluida (lo que le da un indudable tono narrativo) viene a cofirmarnos lo que sospechábamos: la rareza, la imposibilidad del viaje en un mundo globalizado.

Quizás el viaje, parece sugerirnos el libro entero, no pueda ser en nuestros días sino un género literario. O, como afirma el autor, borrando fronteras, creando otras anómalas para el conocimiento: “A fin de cuentas, la literatura es también una forma de cartografía” (pág.177).


Antonio Rivero Taravillo, "Macedonia de rutas". Sevilla, Paréntesis, 2010.

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