Con el agua al cuello

10 de diciembre de 2011

Un bonito error tipográfico convierte casi en joven promesa literaria a Petros Márkaris (sitúa su nacimiento en 1973). Es que hay solapas que parecen redactadas por el mismísimo demonio...Qué manera tan simple de arrebatarle experiencia vital y dignidad literaria con un sólo golpe de tecla (bueno, dos: han bailado las dos últimas cifras). Y es que la novela requiere experiencia, un poso de experiencias ya diferenciadas del presente al que se dirige el escritor, un futuro para él, y que no es, no podrá ser jamás, el tiempo de la escritura (el libro está irremediablemente escrito en un tiempo determinado, pasado siempre). Las nuevas tecnologías podrán acortar hasta lo impensable el lapso de tiempo que media entre el escrito y el lector pero no abolirlo por completo. El tiempo del escritor es siempre el pasado. Y cuanto más rico sea, más dilatado por las vivencias (no sólo por los años pero también por los años), en posición más ventajosa estará para ejercer su creatividad.
Pues la creatividad no nace de la nada, es un ars combinatoria,un arte que surge de la mezcla de muchos, variados e inesperados (también) ingredientes.


Petros Márkaris, "Con el agua al cuello". Barcelona, Tusquets, 2011.

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