El lunes, Karnaval

15 de diciembre de 2012

El lunes presenta el novelista malagueño Juan Francisco Ferré su novela "Karnaval", recientemente galardonada con el premio Herralde de Novela.
Será una velada memorable. Ferré estará arropado por los escritores Antonio Garrido Moraga, Antonio Gómez Yebra y Pablo Aranda. Y por el numeroso público que, estoy segura, acudirá.
A las 20 horas, en el auditorio del Centro de Arte Contemporáneo, en Málaga. Nos vemos.

Algo memorable

12 de diciembre de 2012

¿Qué libro he elegido para estampar esta fecha inolvidable -12-XII-2012? Pues algo inactual, es decir con gran proyección de futuro; algo obsceno, es decir pulcramente vital; algo crítico con las instituciones de su tiempo -la Iglesia, el matrimonio, hasta el amor si me apuran-, es decir, algo tan necesario en pleno siglo XVI como ahora.
Blanca Periñán y Rogelio Reyes han editado, con toda la erudición posible, este texto de Cristóbal de Castillejo. Un libro que se creía perdido desde que el bibliómano con fama de rapaz Bartolomé José Gallardo lo abandonara a su suerte cuando tuvo que huir de Madrid, con la llegada de los Cien Mil Hijos de San Luis en 1823.  En el año 2005, una bibliotecaria de la Biblioteca Estense de Módena, Cristiana Aresti, lo descubre, aunque hasta este mismo año de 2012 no se publica esta cuidada edición en Cátedra Letras Hispánicas.
Merece la pena darse un paseo por esre texto tan curioso en el que asistimos a las peripecias de dos matrimonios mal avenidos que deciden...intercambiarse, pero con clerecía y latín por medio, como no podía ser de otro modo en la época. El lenguaje ofrece un punto de dificultad, a lo que contribuye sin duda la ortografía original, que trastoca las más de las veces  b y v, y utiliza c con cedilla entre otras cosas. Pero sorprende el tono desenfadado, la abierta procacidad con que se expresan los personajes. Como en la página 107, donde Costanza, mujer mayor, se queja de que su joven marido no la deja "preñada", o los parlamentos de Antón, donde despotrica contra su esposa, quejándose de lo que pide, entre otras cosas, de joyas y atavíos (pág. 95).
 En fin, una lectura encantadora para una fecha memorable. 


Cristóbal de Castillejo, "Farsa de la Costanza". Madrid, Cátedra, 2012. Edición de Blanca Periñán y Rogelio Reyes.


Sobre la educación

8 de diciembre de 2012


Al hilo de la entrada anterior, he recuperado una estupenda definición de Fernando Savater -uno de mis filósofos de cabecera- sobre la educación y sus finalidades. Está en el libro "Humanismo impenitente" en un breve capítulo dedicado a definir qué cosa sea el Humanismo. Como la educación es uno de los ingredientes fundamentales de éste, la coloca en el apartado segundo y escribe:
 "Importancia concedida a la educación. Y no sólo como transmisión de destrezas sino como curiosidad respetuosa por una tradición de logros culturales. La educación humanista no sólo consiste en "enseñar a aprender", en "fomentar la espontaneidad creadora del alumno", ni mucho menos en prepararla técnicamente, sino también en transmitir contenidos fraguados en la dialéctica de los siglos y en desarrollar la memoria de un legado pasado que da sentido al presente y abre el paso al futuro".

No sólo preparar técnicamente al alumno; no sólo adiestrarlo para hacerlo compinche de un orden económico mundial con tantas negruras y tantas injusticias. 

Gracias, señor Savater, por esta preciosa precisión.

(En la ilustración, ciudad ideal pintada por Piero della Francesca).

Fernando Savater, "Humanismo impenitente". Barcelona, Anagrama, 2000 (1990).

Y un ñordo

6 de diciembre de 2012



En el anteproyecto de la nueva ley educativa de 2012  o LOMCE puede leerse:
"La educación es el motor que promueve la competitividad de la economía". Esto como aperitivo. Y prosigue más abajo "el nivel educativo determina su capacidad (la de un país) de competir con éxito en la arena internacional". Para remachar, prosigue diciendo que mejorar el nivel educativo de un país es "una apuesta por el crecimiento económico y por conseguir ventajas competitivas en el mercado global".
En un párrafo, nada menos que tres veces palabras que aluden a ese hecho de "competir", además de la palabra "arena" que nos remite nada más y nada menos que al odioso espectáculo del anfiteatro romano, donde peleaban bestias y humanos no menos bestias.
De modo que el objetivo principal de la educación es competir, por supuesto única y exclusivamente desde el punto de vista económico. Es decir, cooperar necesariamente en el injusto orden económico imperante y, a ser posible, pisándole el callo al vecino, que no es otra la esencia de la competitividad...
Esa es la finalidad de la educación...
Ingenua de mí, yo pensaba que educar era ayudar al alumno a sacar de sí mismo lo mejor, ayudándole a desarrollar sus potencialidades (su inteligencia, su creatividad, su capacidad de trabajo), educándolo con la transmisión de valores considerados buenos y positivos, e instruyéndolo con la transmisión de lo considerado valioso y susceptible de ser aprendido en una tradición que ha incorporado legado clásico, valores artísticos, Revolución Científica e Ilustración. Todo ello partiendo de una concepción humanista del saber, o sea, de la consideración de un saber que sirve al hombre -para sí y para la comunidad en la que se inserta- y que lo hace más libre y más digno, con más herramientas de reflexión crítica y con más capacidad para el disfrute intelectual y estético de los bienes culturales a su alcance...Preparándolo, claro, con las herramientas conceptuales y los procedimientos adecuados que le faciliten una formación para un desarrollo laboral concreto. Pero no es función exclusiva de la educación preparar "curritos" que se adapten bien a las precarias condiciones de un mercado laboral, enseñándoles a la vez  que hay que enseñar los dientes, que hay que amedrentar al vecino para conseguir tu puesto laboral o tu riqueza...Que el mundo es una guerra de todos contra todos y cada uno  que mire por su pellejo.
 Yo creo que incluso puede decirse que esa declaración de intenciones con respecto a la educación (ojo, con respecto a personas que van a recibir esa educación) es anticonstitucional. Pues en el artículo 27. 2 de la Constitución española de 1978 -cuyo trigésimo cuarto aniversario se cumple hoy- puede leerse:
"La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales".

Educar para la libertad y para el desarrollo del individuo y de la conviencia democrática es el objetivo de un sistema educativo.

¿Educar para la competitividad? Y un ñordo, señor Wert.