La sonrisa de Angélica

29 de agosto de 2013

 Montalbano se enamora. Un Montalbano de 58 años tiene celos de su eterna novia, Livia -lívida estaría yo con un noviazgo tan largo-, pero se enamora como un adolescente de una hermosísima mujer, Angélica Cosulich. La excusa es literaria y artística: ella tiene una sonrisa que le recuerda, inexorablemente, la ilustración de una Angélica que alimentó sus fantasías eróticas adolescentes. Una Angélica dibujada y grabada por Doré para el Orlando furioso ariosteño. Todo esto, claro, en medio de una serie de robos orquestados, al parecer, por un señor X ingenioso y malévolo, que se ceba en un reducido grupo de adinerados amigos.
  La novela se deja leer bien -me la he zampado en dos días y eso que estoy terminando mi novela histórica-, como todo Camilleri. Tiene sus rasgos de humor y sus toques de inequívoca calidad literaria, amén de esos invariantes que nos han familiarizado con un Catarella bufonesco, un eficaz Fazio, un doctor Pasquano malhablado y acre -aunque hábil profesional- , una solícita Adelina y, cómo no, una gastronomía local absolutamente deliciosa (los salmonetes fritos y la sopa de pescado que prepara la mujer de Fazio, las berenjenas a la parmesana de Adelina, el arroz a la marinera y los lenguados de la trattoria de Enzo). Sin olvidar los impepinables toques machistas del protagonista: así, después de haberse acostado con la bellísima Angélica, Montalbano piensa que, después de todo, es una mujer como las demás:  " (...) había sido algo casi banal, nada extraordinario, media desilusión" (pág. 142). (pero qué se creía, que estaba en la cama con la Virgen de Lourdes o con una extraterrestre; ah, no, sólo era una mujer, tócate los cojones, que diría Pasquano).
   Cuando cierras el libro, te sacude cierta incomodidad. Una sensación de vacío, un y qué.  Por lo menos la he terminado, no como otra novela negra, que más adelante comentaré, que me hizo encogerme de hombros y decir y a mí qué, Quirke -ups, se me escapó-, en el primer capítulo.
Recomendada, pues, para incondicionales de Montalbano. Para pasar un rato entretenido. Para no sufrir leyendo. Para no leer memeces sado-maso. Para leer lo mejor de entre lo que te puedes encontrar en un Carrefour.


Andrea Camilleri, "La sonrisa de Angélica". Barcelona, Salamandra, 2013.

2 comentarios:

Julio dijo...

Hola Herminia, excelente entrada. Me alegro leerte una referencia sobre novela negra. Yo acabo de terminar la anterior de Camilleri "La búsqueda del tesoro" y como siempre un placer seguir la pista de Montalbano. Y por cierto, si te refieres al Quirke que imagino, a mi me resultó muy aburrido y farragoso. Saluditos.

HLO dijo...

Gracias, Julio. Sí, tenía al género negro un poco abandonado, pero es que estoy con mi novela más liada que la pata de un romano.
Un placer tenerte a ti comentando mis entradas.
Un abrazo.