La sinagoga vacía

20 de octubre de 2013




   Dice mi amigo Fernando Jiménez que algunas librerías son estupendas para encontrar lo que buscas pero, sobre todo, para encontrar lo que no buscas...Eso me pasó ayer en la FNAC de Málaga, que no buscaba este libro pero lo encontré y no tuve más remedio que comprarlo -eso a pesar del precio un poco abultadillo.
O cómo vas a renunciar a un libro que hace tiempo buscaste con denuedo, hasta en webs de libros usados, y nada, estaba descatalogado y nadie parecía tener tampoco ganas de desprenderse de su ejemplar...
La actual edición actualiza un libro que es todo un clásico de la erudición moderna -el original lleva la fecha de 1987.
  El título es espléndido, parece el de una novela -una buena novela bien titulada, cosa rarísima. Con todo, el subtítulo es el que nos aclara el verdadero contenido de este libro: "Un estudio sobre las fuentes marranas del espinosismo". A lo que hay que añadir una nota: espinosismo se refiere a la filosofía de Baruch de Espinosa (el "solitario óptico de Rinjsburg", el "tallador de lentes sefardita"), y marranas hace alusión a los judíos sefarditas, es decir, portugueses y españoles -llamados marranos, aunque el término tomaría otra deriva en lengua castellana- establecidos en este caso en la próspera Ámsterdam del XVII.
  Una obra monumental (626 páginas con los apéndices) en la que se investigan las razones intelectuales y las circunstancias históricas  del herem -o expulsión de la comunidad sefardita- que recayó sobre Espinosa. Asimismo, están presentes las historias de dos notables disidentes, Juan de Prado, pensador libertino, y el desdichado Uriel da Costa, que acabó suicidándose.
Un libro denso y riguroso en el que, no obstante, no deja de estar presente el pensamiento del propio Albiac, así como su magnífica escritura. Compleja, es cierto, mas con aforismos tan excelentes como estos: "la inmortalidad...una pobre metonimia de la memoria", pág. 486; "la muerte: el necesario puente entre la física y la ética", pág. 485.

(Lo que no entiendo es por qué Albiac dedica el libro a Louis Althusser. Por muy grande que sea la deuda intelectual con el filósofo francés -y así lo declara en el prólogo-, nadie ignora que éste fue un asesino: Althusser estranguló a su esposa, Hélêne Legothier, el año 1980).

Gabriel Albiac, "La sinagoga  vacía". Madrid, Tecnos, 2013

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