M de maldad

29 de septiembre de 2009



En esta entrega, Robert Dietz regresa a la vida de Kinsey Milhone. Un Dietz cincuentón y tripudito que le proporciona a nuestra detective una sensación de seguridad inconfesable. Le llena el frigorífico (antes que el alma) y luego la invita a comer a un restaurante donde comparten una cazuelita de mejillones sobre un lecho de tomate picante (ah, un lecho picante...).Pero Kinsey entretanto trabaja. De la pléyade de primas que le ha surgido de sopetón,una de ellas, Tasha, le encarga que busque a un hombre desaparecido hace años. Guy Malek era un joven drogata al que su papá dio diez mil dólares para que se largara y dejara de dar la barrila. Pero unos años después es necesaria su presencia para una de esas cosas engorrosas y abogaciles llamadas "testamentos". Milhone lo encontrará sin problema, aunque las cosas se complican un poco cuando el pobre Guy es asesinado.

Sue Grafton, "M de maldad". Barcelona, Tusquets, 1997.

Harriet Vanger

27 de septiembre de 2009



Sí, he acabado viendo la película basada en "Los hombres que no amaban a las mujeres". Sólo para comprobar, claro, la superioridad de la literatura sobre la cinematografía. ¡Señor!¿Era obligatorio poner a un Blonkfist (ya sé que se pronuncia así) tan feo? ¿Y Erika? ¡Se me ha caído del pedestal! Pero sobre todo es de notar que la investigación escrita es mucho más interesante, en todo el proceso, que la filmada,que necesita ser masticada ad usum spectatori La violación de Salander también es más soportable puesta en alfabeto latino. Por contra, los paisajes de ese inverosímil norte sueco sí ganan con su puesta en imagen; quizá porque la descripción de paisajes es una técnica literaria decimonónica que apenas dominamos los escritores contemporáneos. Y resulta impagable la hermosa Harriet Vanger que nos mira, espectadores obscenos, desde su retrato de inocencia congelada.

Madame Du Châtelet

25 de septiembre de 2009



¿Murió Madame Du Châtelet a causa de su amante Saint-Lambert? Indirectamente sí.
Madame Du Châtelet (1706-1749) fue una de las mujeres más singulares del Siglo de las Luces francés. Matemática y filósofa, a decir de Voltaite, leía el álgebra como quien lee una novela. Su gran obra fue la traducción al francés la obra capital de Newton losPrincipia de Newton, aunque también escribió un delicioso tratado sobre la felicidad donde reflexiona sobre ese concepto (tan de moda entonces y ahora) desde su particular experiencia como aristócrata dieciochesca y como mujer, pero sobre todo como filósofa. Amiga y amante de Voltaire, cuando se desvincula sentimentalmente de éste comienza una relación (que a la postre sería desastrosa) con el paniaguado de Saint-Lambert, un tipo mediocre que no la amaba. Embarazada a los cuarenta y dos años, cosa que la avergüenza porque ya tiene hijos casados, teme por su futuro. Esto no le impide trabajar con ahínco en su traducción newtoniana, que concluirá poco antes del parto y enviará a la biblioteca del rey para su guarda, consciente sin duda del valor de la misma. De hecho, no se hará otra traducción al francés en doscientos años...
Murió a los pocos días de dar a luz, a causa de las habituales fiebres puerperales de las que no se libraba ni la dama más encopetada (ella era marquesa). Si el cilorio de Saint- Lambert hubiera sido más discreto...

VVAA, "Madame Du Châtelet. La femmne des Lumières". (Catálogo de la exposición celebrada en la Biblioteca nacional de Francia en 2006).

Signorina Elettra

23 de septiembre de 2009



La signorina Elettra es uno de los personajes más enigmáticos de la serie Brunetti. En el conjunto de las tramas novelescas, su presencia se justifica por su inaudita habilidad para moverse por el espacio cibernético y tener los contactos necesarios para entrar limpiamente en los archivos de información, oficiales o no, más útiles para la investigación.O sea es una hacker, pero contenida en los imites, imprecisos, de la legalidad (no olvidemos que trabaja en la comisaría como secretaria del vicequestore Patta). Está caracterizada como una joven atractiva que viste unos atuendos variados y llamativos que hacen dudar a veces a Brunetti sobre la capacidad adquisitiva real de su sueldo administrativo. Otra de las pasiones confesadas de la signorina Elettra son las flores, que carga, sin remordimiento alguno, a la salud del contribuyente italianoo, para animar las frías estancias comoisariles.
En esta novela, en la que Brunetti investiga una trama de adopción ilegal de niños, la joven acompañará a Brunetti a una clínica. Ambos se hacen pasar por una pareja deseosa de hacerse con un niño...Yo, si fuese Paola, levantaría un momento la vista del libro de Henry James. O del evangelio de San Lucas, en el que se enfrasca en esta entrega. Y miraría con más atención a mi querido esposo.

Donna Leon,"Líbranos del bien". Barcelona, Seix-Barral, 2007.

Epicúreos

22 de septiembre de 2009



La investigación filosófica no difiere mucho de la investigación criminal: Onfray nos lo demuestra en este libro. Hay un investigador (el propio Onfray), unos culpables (la filosofía idealista, de Platón a Hegel pasando por la escolástica hasta Kant y Descartes) y el cuerpo del delito: la filosofía hedonista, con Demócrito de Abdera, Epicuro de Samos, Leucipo de Mileto o Aristipo de Cirene, el filósofo perfumado, entre otros. Según el autor francés, la historia de la filosofía y los propios filósofos militantes han tratado de desprestigiar, si no de destruir directamente (la anécdota de un Platón deseoso quemar las obras de Demócrito es reveladora) el legado filosófico de un puñado de pensadores empeñados en hacer del placer la única vía posible para la consecución de la felicidad en este mundo. El placer como fundamento no sólo de una ética sino de una estética, una erótica, una política, una metafísica y una epistemología; ésa es la tesis de Onfray según la expresa en su libro "La fuerza de existir".
Como sus epicúreos, Onfray aboga por "una práctica eficaz del presente". Presidida, claro está por una búsqueda racional del placer.Como dice del propio Epicuro, el objetivo declarado es "vivir como un dios entre los hombres".

MicheL Onfray, "Las sabidurías de la Antigüedad". Barcelona, Anagrama,2007.

Cassata

20 de septiembre de 2009


Cuando escribí el artículo "Las islas asesinas" para la revista .38 (tras la amable invitación de Ricardo Bosque), no pude incluir la Sicilia de Camilleri. Por la sencilla razón de que no había leído nada del autor y su inefable Montalbano. Sabía de su existencia e incluso del origen del nombre de su personaje, un homenaje a su amigo Vázquez Montalbán. Eso había que arreglarlo de inmediato, me dije. Pero las prisas son malas consejeras. Como no sabía por cuál de los títulos sería mejor empezar (ya se sabe que leer y rascar, todo es empezar) cogí al azar de un estante alto de la librería un Camilleri.Luego, con el ansia propia de un falso abstemio me puse a buscar otros libros por el recinto. Cuando por la tarde me tumbo en la cama a leer (mi segundo sitio favorito para la lectura; el primero es la terraza de mi dormitorio, mi estudio de verano con vistas al mar),compruebo que no se trata de un Montalbano el libro que acabo de comprar. No es una novela negra sino una novela amatoria, la que describe la iniciación amorosa de un muchachito siciliano llamado Nenè "de Vigàta, la ciudad imaginada para situar al comisario Salvo Montalbano" (según texto de contraportada). Tiene su gracia la novelita pero no era lo que buscaba.La próxima vez leeré con detenimiento las contraportadas para eludir las argucias de editores y sus equívocas citas

(La fotografía es de una cassata, el dulce con el que una viuda muy amable recompensa al jovencito tras su proeza amatoria).

Andrea Camilleri, "La pensión Eva".Barcelona, Salamandra, 2008.

El tesoro imaginario


El escritor Lorenzo Silva entrevista a la que fue durante más de treinta años la compañera del novelista Stieg Larsson, Eva Gabrielsson. La segunda pregunta a la entrevistada es si es cierto que existía un proyecto de siete libros más que continuarían la trilogía "Millennium". Ella lo desmiente: exceptuando las doscientas páginas ya escritas de un cuarto libro, "no hay ni siquiera una sinopsis".
El tesoro que hemos, siquiera momentáneamente, vislumbrado, se desvanece. Ni siquiera nos es dado conocer las ideas del autor sobre un posible futuro para sus personajes. No hay futuro ya para ellos. Su vida se ha quedado estancada en lo ya escrito, en las palabras conocidas y las no publicadas aún. Lo que hubiese pensado su autor para ellos es sólo materia de especulación. Un tesoro fabuloso pero inalcanzable, que, ribeteado de los más imprecisos de los confines, puede adornar cada cual con las piedras preciosas y los oros que quiera.
El tesoro real, la herencia pecuniaria que conlleva el legado literario de Larsson, lo disfruta, no la mujer que convivió con Sitieg, sino una parentela con la que el difunto ni se llevaba.

Entrevista de Lorenzo Silva a Eva Gabrielsson, XL Semanal, del 20 al 26 de septiembre,nº 1.143.

Las manzanas

16 de septiembre de 2009



La escritora Ágatha Christie se caracteriza no sólo por la extrema inteligencia con la que maneja a los personajes y, por supuesto, al lector, sino también por un punto de crueldad indubitable. Hace falta cierta dosis de ella para imaginar el final más trágico posible para una fiesta infantil: un asesinato. En esta novela una pobre niña, llamada Joyce, muere ahogada en un barreño de metal. Un barreño utilizado para el inocente juego de atrapar con la boca manzanas que flotan en el agua. Uno de los muchos juegos ideados para amenizar una fiesta de Hallowen. Hercule Poirot se enfrentará a uno de los casos más peculiares de su carrera. No es un crimen de carácter sexual. El motivo de esta horrenda muerte habrá que buscarla en el inextricable nudo que a veces forman las palabras.

Ágatatha Christie, "Las manzanas". Barcelona, RBA, 2008.

Los huesos de Federico

15 de septiembre de 2009



No es algo morboso, ni un prurito necrofílico refinado: es un acto de justicia.
Hay que rescatar los huesos de Federico. Hay que rescatar físicamente sus restos; no nos vale recuperar sólo su obra ni, menos aún, sólo su nombre a modo de icono o arma arrojadiza. La obra literaria la hizo el hombre que reposa como un perro en una fosa sin nombre. Con las técnicas existentes, se escribiría la historia forense de los últimos momentos de vida de Federico. No es algo baladí que rescatemos el cráneo que contuvo tantas imágenes literarias veraces,tanta fantasía poética hermosa y duradera.
No le neguemos a Federico una tumba digna. Los cadáveres también tienen su dignidad (son el resto de la corporeidad que fue) y a Federico no se le puede negar por más tiempo.

Federico García Lorca (1898-1936), poeta y dramaturgo.

Travestismo literario

14 de septiembre de 2009


En el siglo XIX no fue infrecuente el cambio de sexo literario. Grandes escritoras como Mary Ann Evans o Aurore Dupin optaron por firmas masculinas y así quedaron para la posteridad como George Eliot y Georges Sand. Las razones de dicha elección estribaban en el difícil acceso de las mujeres a la autoría. Ser escritora equivalía, en el XIX, a ser arrojada a la publicidad del siglo, es decir,a ser desterrada de la privacidad de lo doméstico, el ámbito por excelencia de la feminidad más aquilatada. En otras palabras, las mujeres que escribían ean tachadas de marimachos o de cosas peores.
Más raro es, ya a finales del siglo XX, el travestismo literario. Yasmina Khadra es el alias femenino de un ex comandante del ejército argelino, Mohamed Moulessehoul. Al parecer, la elección del pseudónimo se hizo por razones de seguridad. No debe resultar fácil denunciar la corrupción y lacras aún peores en democracias tan peculiares como la argelina.
Pero la elección de un nombre de mujer me resulta un tanto enigmática. Leo la novela y un tufillo machista se eleva desde sus páginas. Ah, si Yasmina fuera Yasmina. Otro gallo cantaría.

Yasmina Khadra, "La parte del muerto". Madrid, Alianza, 2006.

Una biblioteca

12 de septiembre de 2009


Dice Steiner en uno de sus ensayos que una biblioteca formada por libros de bolsillo no es una biblioteca. Literalmente: "Acumular libros de bolsillo no es reunir una biblioteca". Como a mí me gusta anotar los libros y dialogar con los autores (así define Steiner a un intelectual) escribí el siguiente escolio en uno de los márgenes: "Tendrás mucha pasta tú, Steiner". Es verdad que hay ediciones de bolsillo con maquetaciones descuidadas y portadas infames, e incluso la benemérita Alianza Editorial, que tanto ha hecho por la difusión del libro y la consiguiente extensión de la lectura (suponemos) nos castigó durante demasiado tiempo con unas portadas pseudo-dadá de aúpa. Pero ¿quién puede permitirse el lujo de encuadernar en oro y piel sus volúmenes más preciados? ¿Y a santo de qué? Yo soy bibliófila pero moderada. Sí, me gustaría tener un par de incunables y un Beato mozárabe de paso, aunque me parece que no va a poder ser. El dinero que tenga me lo gastaré en libros para leer y no en libros para poseer. Pienso que los libros deben estar al servicio del lector y si el lector no puede pagarse de otro modo cientos de ejemplares, pues vivan los de bolsillo. Claro que luego llegó Alba y dió una lección de buen gusto con sus volúmenes de lomos dorados e ilustraciones historicistas, dejándonos bien claro que por un poco más de lo que vale un volumen de bolsillo se pueden editar libros hermosísimos.
Los que tienen mucha pasta, me temo, no se molestan en crear hermosas bibliotecas, como la de Coimbra (en la ilustración) con libros que aunen fondo y forma. Más bien prefieren dejarse quinientos euros en el alquiler de una cama libanesa con champán y chica encima en una playa mega-fashion. Ni siquiera Steiner ha fundado la Biblioteca Steiner.

George Steiner, "Pasión intacta". Madrid, Siruela, 1997.

Todo Gucci

11 de septiembre de 2009



"Todo Gucci, todo Gucci", decían los vendedores ambulantes del Ponte Scalzi de Venecia. Sí, yo también piqué, como cualquier turista codiciosa, y me hice con un bolso que olía fatal y que tuve que dejar en la terraza una semana para aventar el mal olor. A esos vendedores, a los "vu comprá", dedica Donna Leon esta novela. Porque quienes sean esos hombres de tez oscura poco importa al turista que sólo atiende a retahílas como la que reproduce la escritora: "Gucci, Missoni, Armani, Troussardi(...) Right from factory". Pero detrás de estos hombres anida siempre una historia, con unos niveles de tragedia variables; historia y tragedia íntimas sobre las que pocos se atreven a fabular. Esta vez uno de estos vendedores es asesinado de un tiro en plena calle. Cuando Brunetti, encargado del caso, realiza registro del domicilio de la víctima hallará escondida en él una cantidad ingente de piedras preciosas sin tallar.

Donna Leon, "Piedras ensangrentadas". Barcelona, Booket, 2007.

Roma

10 de septiembre de 2009



En esta entrega, antes de dedicarse a la investigación de los crímenes, Wallander viaja con su padre a Roma. El pintor de un solo tema (atardecer y urogallo)repetido hasta la saciedad, es un perfecto desconocido para su hijo. Visitan la Capilla Sixtina y el pintor amateur se detiene con delectación en los frescos de Miguel Ángel. El padre padece alzheimer, la enfermedad que conduce hacia la desintegración de la personalidad más catastrófica. Pero no hablan de ello. Wallander quiere recuperar el tiempo perdido. Y Mankell escribe a propósito: "Allí había habido momentos de gran intimidad entre ellos. Por primera vez en casi cuarenta años".
El modelo de distanciamiento paterno-filial lo reproducirá Wallander con su propia hija, Linda. (La cual, después de un mariposeo entre varias opciones laborales, entrará en la policía. Que el señor nos ampare).
Cuando fallezca su padre quedará, intacto, el recuerdo de un viaje feliz a Roma. Con su pequeño enigma incluido.

Henning Mankell, "La quinta mujer".Barcelona, Quinteto, 2004.

Álbum de Sanlúcar

9 de septiembre de 2009



María del Pilar Teresa Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo, decimotercera duquesa de Alba, fue retratada en varias ocasiones por Francisco de Goya. Pero su imagen fue recogida también en dibujos que se reunieron en los llamados "álbumes" y que sirvieron al artista de inspiración para la serie de grabados de los Caprichos. En el Álbum A o Álbum de Sanlúcar la duquesa es representada en numerosos dibujos que traslucen un clima de despreocupación e intimidad doméstica muy notable. La relación entre la aristócrata y el pintor está plagada de ambigüedades para nosotros. Para sus contemporáneos probablemente no dejó de ser la relación usual entre una gran dama y un criado especializado en una tarea, esta vez la artística.
La duquesa, casada a los trece años y viuda a los treinta y cuatro, falleció apenas cumplidos los cuarenta. Sobre su muerte planean multitud de leyendas, a cual más inverosímil y rocambolesca. Una de ellas la supone, incluso, envenenada de forma involuntaria por el propio Goya. Éste le habría suministrado una pintura, usada por la de Alba como maquillaje, que contendría un verde veronés altamente tóxico.

Argelia

8 de septiembre de 2009



La novela de Mankell comienza en Argelia. Cuatro monjas francesas son asesinadas por fanáticos musulmanes en una localidad al suroeste de Argel. Y una quinta mujer, que se halla con las religiosas, también es degollada. Esa mujer, una turista sueca, se convierte en un muerto muy molesto. Ciertas autoridades argelinas deciden que nunca estuvo en el país y tratan de borrar toda huella de su paso, no ya por Argelia, sino sobre la faz de la tierra. Su hija recibe esta información tiempo después, por mediación de una policía que no puede dejar que las cosas se queden así.
El mal está hecho. El mal deliberado. Pero el mal sólo engendra el mal.
Casi no hay lugar para la esperanza en esta áspera novela mankelliana, donde se van a suceder los crímenes narrrados desde el punto de vista de quien asesina y de los asesinados.
No hay inocencia, sólo demencia y culpa. En medio de todo esto, Wallander va de su casa de Mariagatan a la comisaría, trasiega ingentes cantidades de café y siente ganas de vomitar cuando encuentra un cadáver. Pero confiamos en él para que el horror no determine de un modo definitivo el orden de las cosas de este mundo.

Henning Mankell, "La quinta mujer". Barcelona, Quinteto, 2004.

El irlandés dúplice

7 de septiembre de 2009



John Banville es Benjamin Black. El autor de "El lémur", novela negra, es también el autor de "El mar", novela de aprendizaje. Aprendizaje de la muerte, si es que eso puede aprenderse; otros llamarían a ese proceso "aceptación" o, más ampulosamente,cauterización de las heridas del alma.
Las duplicidades que afectan al autor irlandés (no sólo nominales sino temáticas y estilísticas) proliferan en esta novela, con dos tiempos definidos, uno de infancia y otro de madurez, dos amores distintos,el la chica y su madre, el amor de su esposa también contrapuesto a estos. Y los mismos gemelos, Chloe y Myles, los que marcarán un verano implacable en el que no sólo habrá despreocupados momentos de pic-nic y playa.
Pero esa ambivalencia, ese tiempo pendular se resuelve en una comprensión cabal de la vida y de la muerte, de los afanes terrestres y del mar; el mar, símbolo extenso de la muerte.

John Banville, "El mar". Barcelona, Anagrama, 2007.

Mario Vargas Llosa enamorado

6 de septiembre de 2009



Mario Vargas Llosa, enamorado, no, no le da vergüenza decirlo, a sus setenta y tres años, después de más de sesenta leyendo novelas, escribiéndolas, enseñando sobre ellas, ha leído como un adolescente, es decir, se ha enamorado de nuevo y ha vuelto a sentir ese pálpito y esa abolición extemporánea del tiempo que es el amor o la lectura o ambas cosas a la vez, un flujo imparable de felicidad,la posibilidad de sobrevolar los espacios cotidianos con alas prestadas y aterrizar luego bruscamente cuando se llega a la última página y no hay más página nueva que hollar, si acaso volver a leer para volver a sentir, pero ya nunca es lo mismo, las primeras emociones son las que ejecutan el hechizo y Vargas Llosa vuelve la vista decepcionado, la contracubierta,quisiera empezar de nuevo, pero sabe, como sabemos muchos, que mientras lea así, mientras se enamore así, no morirá, nunca morirá,la muerte no se atreve con los enamorados lectores, es ley no escrita.

(Mario Vargas Llosa ha sucumbido al indecible encanto de Lisbeth Salander).

Mario Vargas Llosa, "Lisbeth Salander debe vivir". El País, 6 de septiembre de 2009.

Ana Mendieta

5 de septiembre de 2009



La artista Ana Mendieta (1948-1985)murió en extrañas circunstancias. Sobre su pareja, el también artista Carl André, recayeron las sospechas de su muerte. Se pensó que él podía haberla empujado desde el balcón de su casa, desde donde se precipitó al vacío. Pero no pudo probarse nada y fue finalmente absuelto de la acusación de homicidio.
La obra de Mendieta, lejos de la triste celebridad que le proporcionaron estas circunstancias, ha sido justamente reivindicada. La aportación de la artista al "land art" y al "body art" ha despertado un creciente interés en la crítica y no sólamente en la crítica feminista, que ha visto en ella un auténtico icono del movimiento.
El cuerpo era para Mendieta un lugar político y el instrumento por excelencia de su quehacer artístico. Como escribe María Ruido, "su cuerpo como material y escenario es una constante que se va a mantener duarnte la mayor parte de su producción".

(En la ilustración, una fotografía de la artista).

María Ruido, "Ana Mendieta".Guipúzcoa, Nerea, 2002.

Vida amorosa de Kinsey Milhone

4 de septiembre de 2009



La vida amorosa de Kinsey Milhone se parece a un sándwich de múltiples pisos. En la novela "O de odio" conocemos la parte inferior: Kinsey se encuentra inopinadamente con su prehistoria amorosa, es decir, con su primer marido. Una jovencísima Kinsey, policía todavía, se casó con Mickey Macgruder, un policía, digamos atípico. Pero la unión duró poco: Mickey le fue infiel y además se vio envuelto en un turbio asunto, un asesinato del que no se estableció con claridad la autoría...Ahora un desconocido la llama para decirle que tiene una caja con objetos que le pertenecieron...Y entretanto Mickey agoniza en un hospital. Lo menos que puede hacer Kinsey, y lo hará, es esclarecer de una vez por todas aquel asunto. Sobre todo ahora que ha recuparado una carta en la que la inocencia de su marido queda patente.

Sue Grafton "O de odio". Barcelona, Tusquets, 2000.

Acantilados

3 de septiembre de 2009



Adam Dalgliesh se traslada a la costa de Norfolk, esta vez por motivos personales. Una tía suya ha muerto y le ha dejado, aparte de una buena cantidad en metálico, un molino de viento. Adam tendrá que decidir qué hace con esa propiedad pero además tendrá que tomar otras decisiones con respecto a la pequeña comunidad en la que acaba de aterrizar.
Un asesino en serie, apodado El silbador, está activo en la zona y nuestro poeta-detective se verá inevitablemente confrontado con él.
El mar del Norte, con sus acantilados,irrumpe en el escenario novelístico; me recuerda la presencia del mar en algunas novelas de Iris Murdoch (ya hablaré de ella en otra ocasión).

P.D. James, "Intrigas y deseos". Barcelona, Ediciones B, 1993

Ojo de gato

2 de septiembre de 2009



Que la infancia puede no ser un lugar idílico, nos lo demuestra Margaret Atwood en esta novela. En ella, una pintora de éxito, Elaine, vuelve, a sus cincuenta años, a su Toronto natal. Desde esa perspectiva, la protagonista revive los episodios más señeros de su niñez y nos demuestra que la crueldad infantil existe y que puede llegar a ejercerse con una brutalidad inimaginable. (En las páginas 132-133 describe con una simplicidad aterradora cómo sus amiguitas la encierran en el hoyo de un patio, que luego cubren con unos tablones y paladas de tierra).
Elaine recrea la personalidad de su amiga Cordelia, para descubrir cosas que quizá se estaba negando a sí misma. "Nadie es una sola persona, nunca" , afirma la protagonista. Pero el carácter de su amiga quizá sí posea un rasgo de inmutabilidad: un refinado sadismo.
Margaret Atwood (Ottawa, Canadá, 1939) es una de las mejores escritoras en lengua inglesa vivas. Posee una capacidad para la ironía y una pericia narrativa extremas.

(En la foto, la actriz-niña Sandra Dee, tan mona y peripuesta en "Imitación a la vida")

Margaret Atwood, "Ojo de gato".Barcelona, Ediciones B, 2002.

1 de septiembre

1 de septiembre de 2009



"El peor día del siglo XX". Así ha titulado el historiador Julián Casanova su artículo sobre el comienzo de la II Guerra Mundial (El País, 30 de agosto de 2009), de la que hoy se cumplen setenta años. El 1 de septiembre, la Alemania de Hitler invadía Polonia, dando comienzo así el conflicto más sangriento que haya conocido la historia de la humanidad. La credulidad y, por qué no decirlo, la estupidez de algunos dirigente europeos no fueron sino los perfectos aliados de una potencia que había decidido que la guerra, la violencia extrema y con todos los medios tecnológicos a su alcance, era factible. Que la guerra era el instrumento perfecto para la consecución de unos objetivos demenciales dentro de una política exterior delirante. Alimentada, claro está, por una ideología fascista completamente aberrante. Ese día, las compuertas del horror se habían abierto. Aunque muchos pacíficos ciudadanos del mundo aún no lo supieran.

El peor día del siglo. No, no voy a hacer un chiste fácil con la fecha.

N de nudo



"N de nudo" empieza muy filosófico, con una disquisición muy sesuda sobre la linealidad del tiempo, es decir, sobre la notable incapacidad que tenemos los humanos de prever el futuro y adelantarnos a las consecuencias nefastas de nuestros actos. El presente granítico, reflexiona Kinsey, nos protege "de los futuros errores con una ceguera inocente".
Pero después de ese esfuerzo cuasi metafísico nos relata su vida doméstica con Robert Dietz, al que cuida temporalmente por haberse lesionado una rodilla y al que espía también de forma metódica, pero sin resultados apreciables.
También lo atiborra con bocadillos de su especialidad, los de mantequilla de cacahuete con variantes. Y hasta, oh milagro, se atreve a cebarlo con pizza,comida china y las sopas Campbell´s,(más famosas por el arte por que por su contenido).
Cuando se deshace de Dietz, entre deseosa y apenada, investiga a un hombre, muerto de un infarto y que se alimentaba igual de mal que ella... La esposa del infortunado no sabe qué lo preocupaba en los últimos días de su vida y por eso ha contratado a nuestra detectiva. Kinsey bosteza y piensa que en realidad no hay caso alguno. Pero, como en tantas otras cosas de su vida (su alimentación, los hombres, la creencia en la inmortalidad de su casero Henry), se equivoca.

Sue Grafton, "N de nudo".Barcelona, Tusquets, 1999.