"Siempre guapa. El imperativo estético en la sociedad contemporánea". El pasado jueves se presentó en la Diputación de Almería el libro con los ensayos galardonados en la décimo quinta edición del Premio de Ensayo Carmen de Burgos.
No pude asistir pero espero tener en breve el libro en mis manos.
Mi ensayo habla sobre la "obligación" de estar guapas que tienen las mujeres en nuestra sociedad -lo que he llamado "el imperativo estético". Algo que puede parecer irrelevante pero que no lo es. Es un mandato coactivo que, además, no es demasiado antiguo, posee un origen histórico preciso...
El discurso de Félix de Azúa
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El pasado domingo, trece de marzo, el escritor Félix de Azúa pronunció el reglamentario discurso de ingreso en la Real Academia Española. Es Azúa un escritor formidable, que
cultiva con enorme creatividad y acierto una gran variedad de géneros. De él he
leído (para mí eso equivale a comprar sus libros y trasvasar
religiosamente unos dineros al autor, qué mejor homenaje) varias de su
novelas: Historia de un idiota contada
por él mismo, Cambio de bandera, Demasiadas preguntas; alguna poesía, Poesía 1968-1988; dos libros de ensayo Baudelaire
y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes; y un libro que
recoge artículos periodísticos, Lecturas
compulsivas. Su labor como articulista es, además, brillante, siendo sus artículos a la par que cultos, originales e irónicos, a veces sarcásticos pero también plenos de admiración por lo que es digno de ello (entre los publicados en El País, recuerdo con gratitud el dedicado a las pinturas prehistóricas de Chauvet).
El discurso de
ingreso en la Academia –cuya réplica fue realizada por Mario Vargas Llosa- es, claro, una obra de circunstancias pero
está escrita con una tensión narrativa singular, aun respetando las
convenciones de la oratoria y las que el propio evento impone. Como su
predecesor en el sillón H, Martín de Riquer, era amigo suyo, cuenta de forma
divertida su singular relación y aspectos anecdóticos del quehacer del
medievalista.
Ahora bien, cuando
acabé de leerlo me di cuenta de un detalle en absoluto menor: no había en él ni
un nombre propio de mujer. Ninguno entre los nombres de escritores citados. Ni
traductora ni editora ni agente literaria tampoco. Y si aludía a lectoras es al
hacer referencia al descrédito que padecía el género de la novela histórica, al
ser consideradas dichas novelas “productos comerciales para señoras
románticas”. Como tampoco hay mujeres ajenas al oficio o a las prácticas
librescas (cuando cita a una empleada de Correos, lo hace aludiendo a su
oficio, no a su nombre). El mundo de Azúa es enteramente masculino, al parecer.
No ya en sus referentes culturales –la tradición literaria, es evidente, está
constituida por escritores en su mayor parte; las escritoras han sido una parte
exigua, eso hasta el momento-, sino en su mundo vivido y en el mundo digno de
ser escrito y transmitido en un acto académico.
Leo la contestación del discurso, realizada
por Mario Vargas Llosa y, en efecto, hay figuras femeninas en él: cita, con
nombre propio a… las musas (Terpsícore y Talía),
además de unas anónimas señoras y jovencitas quienes, el
parecer, admiraban la belleza clásica de don Félix de Azúa. Y, citando un texto
de Azúa, hay una referencia genérica a bárbaros que “esclavizan a sus mujeres”.
Algo generacional,
me digo. Pero no. Buscando en los estantes de mi biblioteca, me encuentro un
libro de Rafael Chirbes (prácticamente
contemporáneo de Azúa), compuesto por conferencias y otros textos de
circunstancias. Uno de ellos está dedicado a Carmen Martín Gaite. Y entre sus
referentes culturales están Virginia Woolf, Santa Teresa, George Eliot…En su
horizonte cultural hay, pues, mujeres también.
No, no es algo
generacional. Repasando el libro de Azúa Lecturas
compulsivas, vuelvo a leer el artículo dedicado a los “nueve novísimos”.
Qué casualidad que sólo cita a siete poetas (el octavo es él mismo) y omite al
noveno o novena en este caso, Ana María Moix.
Espero que, después de todo, sea una
casualidad. Que ni Azúa ni Vargas Llosa crean de verdad que el mundo de las
letras (el mundo entero) es, como aquel famoso coñac, cosa de hombres. O que las
mujeres deban aparecer, en el hipotético caso de aparecer sus nombres impresos,
en el papel couché de ciertas –ínfimas, idiotizantes- revistas ilustradas.
(En la fotografía, Félix de Azúa y Mario Vargas Llosa).
Publicado por HLO en 11:17 1 comentarios
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