Una atmósfera densa e irrespirable: ése es el tapiz de palabras que ha creado el autor para bordar a su personaje, para sumergirlo en algo más denso que el agua, más viscoso que el odio. Luis, un ex-policía, ha matado a un hombre. Pero no hay culpa, no hay dolor; sólo un asco metafísico al modo de Camus.
El personaje de la madre enternece: a los setenta, después de un cáncer de pecho comprende ella (o sus hijos) que no ha disfrutado, que no sabe lo que es un paseo, un tiempo exento de obligaciones familiares, unas tapas generosas, unas horas porque sí, unas horas para sí.
Una novela que excede las convenciones del género negro para crear un relato creíble, con un paisaje cotidiano (Zaidín, Cenes, La Chana: nombres familiares para los del terruño) pero vertido en el molde de lo universal, fundido con la peripecia del no-héroe, evitando así el marchamo costumbrista o la anécdota facilona.
Una novela excelente de verdad. La novela que todos deberían leer estos días de vacaciones.
Francisco Ortiz, "Última noche en Granada". Zaragoza, Mira Editores, 2009.
Última noche
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Publicado por HLO en 19:00 4 comentarios
Etiquetas: Francisco Ortiz
El género peligroso
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La novela histórica es un género peligroso. Quizá ni Umberto Eco soño jamás que su novela fuese la unión perfecta de narración detectivesca, ficción, y erudición histórica. Como siempre (desde el Quijote al menos) un manuscrito encontrado es la excusa para introducirnos en la narración ocurrida en tiempos remotos. Pero este inocente lugar común da paso a un relato perfectamente construido, con las dosis de intriga justas y una reconstrucción verosímil de la vida monástica en un cenobio del siglo XIV.
Cuando leí la novela, aún había pesetas. Y, broma del editor o del minorista, la novela cuya acción transcurría en el año 1327, me costó eso, 1327 pesetas.
(En la ilustración, Guillermo de Baskerville y Adso de Melk, protagonistas de la película homónima. O comoquiera que se llamen en el siglo).
Umberto Eco, "El nombre de la rosa". Barcelona, Lumen, 1983.
Publicado por HLO en 17:21 5 comentarios
El mártir intangible
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Concluye la campaña realizada en Alfacar y no ha aparecido ni rastro de Federico García Lorca ni de sus desdichados compañeros de muerte. Ni siquiera casquillos de bala o trozos de vestiduras u otros vestigios materiales.
¿Dónde estarán sus restos? ¿Nos serán, definitivamente, hurtados? ¿Jamás podremos daber dónde están sus huesos, cómo fue su muerte?¿Se convertirá para siempre Federico en un martir intangible?
Un mártir cuya realidad corpórea existió en verdad sobre la tierra y dio sus frutos, voluntarios unos (los de su obra), involuntarios otros (los de su muerte). Pero cuyos restos no podemos encerrar en un cofre ni pueden ser objeto de culto en peregrinaciones masivas.
Federico no se deja atrapar más que por el campo labrado de un párrafo, por la irregularidad triunfante de unos versos.
(En la ilustración , un relicario románico del siglo XII).
Publicado por HLO en 20:19 2 comentarios
Etiquetas: Federico
Ficción
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Un turista visita la plaza de la catedral. Con disgusto comprueba que el lugar está ocupado por un acto político: el primer ministro del país está dando un mitin. De repente ve cómo se forma un tumulto: el primer ministro ha sido agredido y sangra abundantemente. Un perturbado mental le ha arrojado al rostro, desde una escasa distancia, un souvenir de plástico y yeso. Cuando lo detienen aduce: "Yo no he sido, yo no soy nadie".
El turista ha visto algo sorprendente pero no sabe si contárselo en a la policía.
Al día siguiente, una prostituta que acaba de publicar un libro sobre sus andanzas con el primer ministro pospone su presentación.
Bonito arranque para una novela negra ¿no?
Publicado por HLO en 18:50 1 comentarios
Banda sonora
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Si tuviera que ponerle banda sonora a mi blog entero, le pondría a Mónica Naranjo. Tan encantadora, tan mega-kitsch.
Publicado por HLO en 18:48 1 comentarios
La toilette intime
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Es fama que el pintor Watteau, poco antes de morir, destruyó algunas de sus pinturas por considerarlas "libertinas". A lo largo de toda su trayectoria artística había pintado bellos desnudos femeninos y muchos lienzos que amparaban una lectura harto licenciosa. Quizá como ningún otro artista coetáneo, describió las dulzuras y las variaciones casi infinitesimales del amor sensual .Su amigo y biógrafo, el conde de Caylus nos refiere la piadosa leyenda de que su última obra, antes de su inesperada muerte, fue un Cristo crucificado....Las contradicciones son sólo aparentes. Antoine Watteau (1684-1721) fue un pintor de su tiempo, religioso, como no podía ser de otra forma. Pero en su obra nos habla de la satisfacción de los apetitos sensuales, de la belleza de este mundo, de las delicias sensoriales de la música y la danza. Bien partiendo de mundos irreales, como una hipotética isla del amor o Citerea, bien desarrollándola en espacios domésticos e íntimos como lo es la habitación de una hermosa joven.
Herminia Luque Ortiz, "Watteau, la pintura libertina, y otros ensayos dieciochescos".
Publicado por HLO en 18:22 5 comentarios
Etiquetas: Arte
Última noche en Granada
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Por fin tengo la novela en mis manos: Santa Agapea me consigue todos los libros posibles; incluso aquellos, como éste, publicados en el otro extremo del país (que tambié fue Al-Ándalus), en Zaragoza, en la benemérita editorial Mira.
Abro el libro al azar: unos personajes deambulan por el parque García Lorca. Pero seré ordenada y empezaré por el principio: las cosas buenas tienen que ser empezadas por el principio y degustadas con parsimonia hasta el final.
Francisco Ortiz, "Última noche en Granada". Zaragoza, Mira Editores, 2009.
Publicado por HLO en 19:51 3 comentarios
Etiquetas: Francisco Ortiz
Tacones forever
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Creo que debería cambiarle el nombre al blog. Nada de lunares, que crea una asociación de imágenes demasiado folfklórica. ¿Y si lo llamara "novela con tacones", "novela y tacones", "con un par de tacones" (¿de qué me suena esto'). O "tacones en negro". O tal vez"zapatos con tacones y novela con..."
No, no funcionaría. Dejemos cada una de la pasiones donde le corresponda: una en el imaginario estético (la literatura, el arte), la otra en el reino de lo efímero (la moda).
Publicado por HLO en 20:06 1 comentarios
La tumba nómada
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¿Qué hacer si tu padre resulta que es el asesino de García Lorca? La actriz Emma Penella (en la foto) debió hacerse miles de veces la preguntas con el acíbar en la boca.
En el libro del investigador Gabriel Pozo al parecer se hacen nuevas revelaciones sobre la muerte del poeta y su asesino, Ramón Ruiz Alonso, el padre de la actriz. Y hay más testimonios que parecen confirmar lo que la excavación de Alfacar por ahora nos dice: que no hay cuerpo alguno allí. Que la tumba de Lorca es una tumba nómada. Una tumba viajera sin remedio.
Fernando Valverde, "Lorca, muerte (sin resolver) de un poeta". El País, 10 de diciembre de 2009.
Publicado por HLO en 18:05 1 comentarios
Etiquetas: Federico
Justicia uniforme
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Ésta es la Italia brunettiana, que no debe distar mucho de la real:
"Brunetti sabía que, en Italia, un escándalo tiene el mismo período de caducidad que el pescado fresco: a los tres días uno y otro están inservibles, el pescado porque huele mal y lo otro porque ha dejado de oler" (página 212). Aunque para nuestro comisario su paisaje cotidiano tiene una belleza de la que no deja de admirarse, ya sea en un receso de las actividades de investigación o en el breve trayecto de un traghetto.
En esta entrega, Brunetti debe investigar la muerte de un joven alumno de una academia militar. El joven ha aparecido ahorcado en el interior del establecimeinto. Y las especulaciones no tardarán en dispararse. ¿Qué motivos va a tener un joven de diecisiete años para quitarse la vida?
(El cuadro es del artista Ken Moylan, una vista sobre Ca´Pesaro)
Donna Leon, "Justicia uniforme". Barcelona, Seix-Barral, 2006.
Publicado por HLO en 11:18 0 comentarios
Etiquetas: Brunetti
Esjaton
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A una tía mía, de igual nombre -Herminia-, le dijeron una vez este piropo escatológico: "Qué lástima que ese cuerpo se lo tengan que comer los gusanos". A mí me pareció la cosa más horrible que se puede decir a persona humana. Pero, andando el tiempo, he llegado a vislumbrar toda la filosofía vital que encerraba la frase, de un hedonismo pimpante. Amén de la tradición funeraria aneja -la inhumación. Frente a esa otra práctica en auge,la cremación, que a mí me parece francamente detestable. Como el piropeador de marras pienso: que disfruten también los gusanos. Digo yo.
(La señora de la fotografía es Maureen O´Hara).
Publicado por HLO en 23:24 0 comentarios
Las novelas de Torquemada
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Sí, existía la riqueza en ese Madrid sórdido que describe Galdós. Una riqueza sórdida en forma de usurero avaro y cochambroso, todo junto, pero que despabila y decide casarse con una de las Águilas, unas señoras venidas a menos. Es decir: que pasaban una miseria espantosa (o cómo hacer que un calabacín dure una semana o hacer creer al hermano ciego que ellas comen para darle al invidente el único placer que tiene: la comida) ¿Cuál de ellas consumará el sacrificio de ayuntarse con el avariento cincuentón? El escritor narra muy bien el dilema matrimonial, regodeándose en razonamientos que a nosostros, los lectores actuales, nos parecen disparatados pero que en la narración poseen una coherencia asombrosa.
La novela del ciclo de Torquemada en la que se cuenta el casorio es "Torquemada en la cruz". Alianza ha reunido las cuatro novelas galdosianas que tienen como protagonista al usurero en un solo volumen, con un hermoso fragmento de un cuadro de Ramón Casas en la portada.
En esta novela, Torquemada realiza una especie de culto funerario doméstico a a su hijo fallecido. Pero a quien habría que rendir homenaje es a Galdós, un narrador tan espléndido como injustamente adjetivado a veces.
(El retrato de la condesa de Vilches es de Federico Madrazo).
Benito Pérez Galdós, "Las novelas de Torquemada". Madrid, Alianza, 2008.
Nota: la fecha de las ediciones siempre corresponde a la del libro que he leído; puede haber otras ediciones o reimpresiones anteriores o posteriores.
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Sin tumba
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No, tampoco Francisco Ayala tendrá su tumba en Granada. Sus cenizas han sido depositadas al pie de un limonero en el Alcázar Genil de Granada, sede de su fundacón (un edificio de origen nazarí al que la avaricia y la estupidez inmobiliarias dejó encajonado entre anodinos bloques de viviendas).
No, Francisco Ayala tampoco tendrá su tumba en la ciudad de la Alhambra; en la ciudad de la desmemoria, en la ciudad desagradecida a ratos; en la ciudad tan bella (no podía ser de otro modo) como engreída.
No, Francisco Ayala no tendrá su tumba en la ciudad. Tendrá la ciudad mezclada en sus cenizas.
(En la ilustración, instalación de la artista Eva Lootz en el Alcázar Genil de 1996).
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Etiquetas: Federico
La flaqueza del bolchevique
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A él tampoco le gustan las piscinas, el reino de los hipermusculados, el vasto dominio de lo carnal escenificado. Él, el "cabrón abúlico" como el mismo se define, una mezcla explosiva de acritud y resentimiento hecha adulto, comete la inexplicable torpeza de enamorarse. Ella es una adolescente bellísima (el sueño de todo másculo) y de una inteligencia singular. Pero los sueños son más frágiles aún que la materia neural de la que están entretejidos y cuando alcanzan la cima de la perfección no es sino para despeñarse acto seguido.
La pericia narrativa de Lorenzo Silva estriba en el hallazgo de un tono singular para un personaje perfectamente comprensible, casi manido. Y ese hábil entreverado de suceso trágico, aunque común, y la referencia culta. La Gran Duquesa Olga no se revolverá en su tumba al sentirse aludida, seguramente. Hasta es posible que se sienta de algún modo vindicada. En aras de la belleza y el amor, las únicas teorías no falsables.
Lorenzo Silva, "La flaqueza del bolchevique". Barcelona, Destino, 2007.
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Una vida
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Guy de Maupassant no llegó a cumplir los cuarenta y tres (falleció, en 1893, un mes antes de su cuadragésimo tercer cumpleaños). Sin embargo es autor de una notable producción literaria tanto en el género cuentístico como en la novela. "Una vida", publicada en 1883, narra con aparente sencillez la vida de una joven, Jeanne. Recién salida del convento, donde ha completado su formación a los diecisiete años y con destino inmediato en el matrimonio, vive momentos de plenitud deliciosos. La descripción de una naturaleza exultante acompaña esa eclosión vital que no durará demasiado.
Pronto comprenderá Jeanne que las hechuras del mundo no son las adecuadas para una jovencita inexperta: la institución matrimonial, los intereses sociales y económicos, las más sórdidas costumbres, mostrarán la cara más amarga de un mundo, en apariencia de seres privilegiados, pero en el que también hay víctimas. Atareada toda su vida en sus ensueños, como ella misma reconoce, se dará cuenta de que el amor se ha esfumado y que "nunca tendría ya nada que hacer".
(La ilustración es un óleo de Auguste Renoir llamado "Verano").
Guy de Maupassant, "Una vida". Barcelona, Alba, 2000.
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