Canciones y romances

30 de agosto de 2012

Todos los pueblos tienen una memoria. Algunos afortunados incluso una memoria musical. Es el caso de Cádiar, municipio de la Alpujarra granadina con una amplia tradición de música vocal  e instrumental -baste recordar sus estupendas bandas de música.
El pasado once de agosto se presentó allí la obra de Germán Tejerizo Robles "Canciones y romances de Cádiar", volumen cuarto del "Cancionero popular de la provincia de Granada".
La obra no es una novedad editorial en sentido estricto, pero el autor deseaba que fuera presentada en la localidad y eso no pudo hacerse en su momento.
  La velada, después de la presentación del alcalde, José Javier Martín, fue abierta por Alfredo Álvarez Prats, amigo y colaborador de Germán Tejerizo, además de director de la coral "Amigos cantores" -que cuenta, entre otros integrantes, con la excelente soprano Herminia Luque Ortega. Álvarez  habló en términos elogiosos de la obra del autor, todo ello desde un profundo amor y un conocimiento intenso de la música coral y popular. Una obra valiosísima, no sólo desde el punto de vista musical sino etnográfico también, pues recoge la herencia musical de unas sociedades en profunda mutación; en este caso las canciones de los pueblos de la provincia de Granada.
  El coro interpretó, con la maestría que lo caracteriza, diversas composiciones populares, desde el conocido "Eres buena moza" hasta "El cantarillo", canción tan característica del acervo musical de Cádiar y armonizada para cuatro voces por Alfredo Álvarez, como se recoge en el libro.
La publicación cuenta con un prólogo del poeta Enrique Morón, en el que habla de su propia experiencia  con la música tradicional cadiereña, y que culmina con un hermoso romance de su libro "Romancero Alpujarreño", Nocturno.
En la dedicatoria del libro se cita al entrañable Domingo Reinoso Martín "alma y vida de la música popular en Cádiar".
  Una velada inolvidable; es muy de agradecer este tipo de iniciativas que preservan el patrimonio cultural de los pueblos, máxime cuando los recursos son limitados. Pero el entusiasmo y el talento musical -y musicológico- inmensos.

Enrique Morón, "Romancero alpujarreño". Editorial Prieto, 1963.

Germán Tejerizo Robles, "Canciones y romances de Cádiar", Granada, Ayuntamiento de Cádiar-Método Ediciones, 2004.

No me fallarás

23 de agosto de 2012

He empezado a leer "Las niñas perdidas" de Cristina Fallarás. Es una novela, aunque con ese título podría ser perfectamente un poemario de brutalidad, nostalgia e infancia. No, es novela negra en estado puro. Hay personajes muy bien trazados, con vigor, sin que le tiemble el pulso a la escritora. Y mala leche, mucha mala leche desparramada entre las líneas, en los intersticios de las letras, en los capítulos a veces microscópicos.
Por si fuera poco, Fallarás tiene un lenguaje propio. No es el lenguaje adocenado, supuestamente útil y adecuado para la narración detectivesca. No, es un lenguaje particular especialmente rico y desgarrado.
Aún no voy ni por la mitad del libro. Sé, no obstante, Cristina, que no me fallarás. Una mujer tan valiente, cuyo nombre, al igual que su destino puede ser deshecho por una coma (Cristina, fallarás), presiento que no lo hará. Me fío de mi instinto, no ya literario, sino de superviviente -de los días, de los trabajos, de la infancia.
Ya os contaré en otra entrega.

Cristina Fallarás. "Las niñas perdidas". Barcelona, Roca, 2011.

Incendios, recursos, unidad holocena

22 de agosto de 2012

                      
  "Hoy la humanidad es una unidad holocena que ha dado pruebas de poner todo su talento en extinguirse y de sus capacidades para perpetrar un suicidio definitivo".

 Esto dice el filósofo Peter Solterdijk y no hay más que echar un vistazo a nuestro alrededor para corroborarlo. Sólo con ver la catástrofe que se está desarrollando delante de nuestras narices nos basta. En los siete primeros meses del año se han quemado más de 130.000 hectáreas de bosque y monte bajo, así como de terrenos con aprovechamiento agrícola y residencial.
 Pero ni los representantes políticos ni la sociedad civil en su conjunto están a la altura de las circunstancias. Una frivolidad asesina preside el tratamiento de los recursos forestales y agrícolas anejos y de otros recursos imprescindibles para la supervivencia como el agua o el territorio.
Más aún, en tiempos de crisis económica resulta increíble ver cómo se dilapidan riquezas naturales que, por supuesto, también tienen su trasunto a nivel económico.
   Cuando las políticas al uso se ocupen de gestionar los recursos naturales tanto como los financieros, cuando se comprendan que aquéllos son muchísimo más importantes que éstos, estaremos en el camino correcto.
   Este momento de crisis quizá sea más adecuado que otros para replantearnos nuestra relación con el territorio y los recursos naturales, tratando de racionalizarlos y a la vez extrayendo beneficios de índole económica y social. Por ejemplo, un país con una tasa de desempleo tan bestial como el nuestro debiera encauzar sus recursos humanos y económicos para la prevención de los incendios, con aprovechamientos forestales y ganaderos que impliquen cuidados de las áreas boscosas y lleven aparejados también una revitalización del entorno rural. No quiero que suene a reformismo borbónico o, peor todavía, a utopía campestre. Vivimos en sociedades urbanas pero no podemos ser tan idiotas como para olvidar que en última instancia dependemos de los recursos naturales para vivir.
  Por otro lado, la tecnología informática y los recursos telemáticos deben ayudar en esa prevención de catástrofes mediambientales y en la gestión de esos recursos intensamente vitales.
 Dejar de lado estas cuestiones significará la desaparición de esa unidad holocena que tan lista se creía y que resultó tan tonta.

Peter Sloterdijk, "Venir al mundo, venir al lenguaje".  Valencia, Pre-textos, 2006.


Oporto

4 de agosto de 2012

 En Oporto compré uno de los libro de Eugénio de Andrade publicado por Hiperión. El poeta reside en la ciudad, nos informa la contraportada, si bien sabemos que falleció en el año 2005.
 La poesía de Andrade es delicada y carnal a la vez, sencilla y abismal -los abismos de la existencia la atraviesan- también.
Me gusta comprobar, en esta traducción bilingüe, las palabras que son idénticas en portugués y en español (sol, madrugada, crepúsculo, luz, materia, inerme, porque, gato...). En una sóla sílaba, nos dice el poeta, está la salvación (A sílaba, págs. 74-5); en una palabra compartida quizá también.

 (No se ve pero cerca de donde se tomó esta foto, en la Rua das Carmelitas, se halla la librería Lello & Irmäo; tiene fama de ser la más bonita del mundo pero, ay, la fama precede en ocasiones a la decepción; un dependiente malhumorado prohibía hacer fotos en el interior y además no admiten tarjetas de crédito y los precios de los libros -también vendían objetos y souvenirs varios en la planta superior- son elevados).

Fotografía: cortesía de Francisco Martín Cobos.

Vinos dulces, ciudades dulces: el viaje de vuelta, de Oporto a Málaga, fue también dulce.

Eugénio de Andrade, "Oficio de paciencia". Edición bilingüe. Taducción de José Luis Puerto.
Madrid, Hiperión, 2012.