En Padura, quizá lo que menos importe sea la trama. No deja de ser una novela policíaca -hay crimen, hay policía, hay asesino que atrapar- pero sobre todo es una novela que recrea a la perfección ambientes históricos y climas emocionales. En este caso, el autor nos lleva a La Habana de 1989, cuando todavía existía la Unión Soviética y aún subsistían también los restos de una antigua colonia de inmigrantes chinos, un auténtico barrio chino en el que vivían los descendientes de cantoneses emigrados decenios atrás. El sincretismo de sus creencias (el pintoresco altar de san Fan Co), la mezcla real de sus vidas (de la que la bella Patricia Chion el el vivo ejemplo), el particular lenguaje habanero-cantonés (transcrito con los consabidos clichés fonéticos), la ecléctica cocina (la sopa de "alós y pescado" que sirve Juan Chion, las berenjenas con pato en salsa de bambú), los restos de un pasado más vigoroso del barrio y la comunidad china (la Sociedad Lung Con Cun Sol) además de los habituales escarceos amorosos del Conde (adivinen con quién) y sus ires y venires alcohólicos, van conformando un relato agradable de leer, con su regusto amargo también (¿o podía ser de otro modo?). Con todo, al final nuestro detective ve realizado uno de sus sueños que tiene que ver con los alcoholes, tan escasos en la isla, y los buenos locales donde beber, más escasos aún. Padura sale airoso con esta novela relativamente corta (no llega a las doscientas páginas) y pintoresca donde las haya.Un
cuento chino en absoluto preciosista y nada edificante. O sea, literatura de la buena.
(Como se puede observar, acabé comprándome la novela que le regalé a mi amiga Eloísa; si las editoriales no entran en barrena es por lectores como una misma).
Leonardo Padura, "La cola de la serpiente". Barcelona, Tusquets, 2011.
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