Ayer, en la Fnac de Callao, en Madrid, hablamos sobre novela histórica. Si es un género o no, si tiene menos vigencia ahora, si le favorece a las novelas su paso a la pantalla cinematográfica o de televisión; si hay que respetar escrupulosamente la época histórica o no...En este último aspecto hubo alguna discrepancia: Teresa Viejo habló de su exhaustiva documentación, para su última novela "Mientras llueva", del Méjico de los años 40, y cómo prefiere utilizar personajes inventados por miedo a atribuir, a personajes que realmente existieron, hechos o pensamientos inadecuados. Elvira Menéndez refirió el minucioso estudio que ha hecho de fuentes sobre la vida cotidiana del siglo XVI para narrar cómo podría haber sido una expedición de mujeres en un viaje a las Indias (con detalles curiosísimos sobre alimentación, higiene, vestimenta...etcétera) y que sería incapaz de introducir elementos anacrónicos en su relato. Por mi parte, afirmé que sí, que el autor es dueño de sus ficción y, aunque respete y use una exhaustiva documentación histórica, quien crea es él. Así, en mi novela, me inventé un falso dulce típico de Nápoles llamado "cacorrotón de perro"; detalles como éste son "miguitas" desperdigadas en el relato para deshacer la ilusión de una identificación perfecta con la época y dejar constancia de que la infidelidad histórica también es creativa.
(En la foto, Teresa Viejo, Herminia Luque, Fernando Olmeda y Elvira Menéndez).
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