Este libro,
escrito por Marta Sanz (poeta, narradora, ensayista),
lleva un subtítulo aclaratorio: Una
educación sentimental de la Transición española. Subtítulo que acota el
espacio escénico (tiempo y lugar) de este peculiar ensayo, desde unos momentos
en los que se acompasaban el crecimiento de la joven democracia y el desarrollo biológico y cultural de una
generación de mujeres nacidas entre finales de la década de los cincuenta y
comienzos de los setenta, llegando hasta nuestros días.
Mujeres que,
educadas en los estertores de un mundo en extinción (el pleistocénico franquismo), con muy poca o nula
formación en materia sexual, podían enfrentarse a un nuevo paisaje de
libertades y de promesas emancipatorias. Sanz reúne a un grupo de mujeres (y a
un hombre también), las llamadas corifeas, para someterlas a baterías de
preguntas muy diversas sobre amor y sexo y las diferentes formas de
solapamientos entre ambas cuestiones.
Representan dichas corifeas (y la propia
autora) la heteronorma (ni trans, ni bolleras, ni poliamorosas, ni trabajadoras
sexuales…reza el texto); una heterosexualidad canónica no exenta, sin embargo, de pasajes
oscuros y de escarpes inesperados.
Ni timoratas ni
absolutamente alocadas; nos ahorramos, dice la autora, “ciertas formas de la
promiscuidad posmoderna”. Aunque la persistencia de “los
piojillos del amor romántico”, la constatación de un “deber ser erótico” demasiado pesado a veces, las monogamias extendidas en el tiempo, las perplejidades adolescentes (incluida esa "primera vez" que casi todas recuerdan. dónde, con quién, en qué condiciones afectivas), la constatación de formas de violencia más o menos sabidas (aunque el tema de la prostitución no se aborda aquí), las amigas y las confidencias, la culpa y la humillación, van dibujando un tapiz en absoluto predecible si bien muy representativo de una época que es esta también, la del presente. Un presente que es como es por lo vivido, por lo hecho y también por lo descifrado según la memoria.
Un capítulo muy interesante es el titulado "La conquista del cuerpo" que, incluso en su enunciación, nos da las pistas para saber qué vacío llena este libro, vinculando sexualidad, experiencia y conocimiento en una mirada transversal, no unipersonal, aunque tampoco impersonal o colectiva. La propia Marta recrea algnos aspectos de su vida afectiva. Y al hablar de su propio matrimonio, lo señala como una opción valiosa, reivindicando la libertad frente a cualquier tipo de imposición: ni la ejemplaridad maternal o conyugal ni la promiscuidad obligatoria.
En el primer capítulo de la obra (no definido como proemio o prólogo pero dirigido al lector o lectora) se señala la deuda con la escritora Carmen Martín Gaite, mentora podríamos decir, en este arduo proceso al que Sanz se refiere el de "tratar de desentrañar los preceptos culturales y políticos de una sociedad que a menudo nos daña". Y el amor es uno de ellos; un amor que vira "desde al romanticismo de ayer hasta la auto-explotación comercial de hoy". Por todo ello, la reflexión era más que necesaria. Y la mirada de Marta Sanz (lúcida, intensa, escrutadora) ha resaltado con la pericia necesaria, con una escritura ágil y cruzada a trechos por brillantes cometas verbales, un tema que nos interesa a todos: el amor y sus modos de vivirlo; el amor (eros, philía y agape), viejísimo y siempre joven.
Marta Sanz. Éramos mujeres jóvenes.
Sevilla,
Fundación José Manuel Lara, 2016
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