Apenas éramos una docena de fieles escuchantes (amigos todos, prácticamente) en un Salón de los Espejos municipal (el del Ayuntamiento de Málaga, no el de Versalles). Pudiera parecer, visto desde fuera, que aquello no era era sino un acto institucional acartonado; si acaso, una lectura para selecta camarilla. Nada más lejos de la realidad. Cuando Luis Alberto, después de la pulcra presentación de Alfredo Taján, comenzó la lectura, se produjo el mismo milagro de cuando la poesía era exclusivamente oral (una mítica corte de los feacios) o escrita sólo para facilitar su conservación (en la antigua Roma, por ejemplo). La musicalidad de la poesía de Luis Alberto de Cuenca, esa gracia y ese dramatismo que apelan tan directamente al oyente, muestran esos orígenes primigenios del acto poético, cuando era sobre todo un acto de comunicación que enlazaba al vate y a su auditorio con la red dorada y mágica de las palabras.
Con una hermosa voz y la dicción perfecta del que cree en la poesía a ultranza, el autor fue leyendo algunos de los noventa poemas que componen "El Reino Blanco". Seguidillas, haikus, poemas largos como "El cuervo"... El tono festivo, el acento erótico ("esa pornografía de los ricos"), la descripción onírica o la vena dramática se entremezclaron con la pasmosa facilidad que sólo un poeta de variados registros, como es el madrileño, puede ofrecer.
Nos quedamos con el recuerdo agridulce de una "Carta a los Reyes Magos" o la jocosa revelación de que el objeto amoroso de Safo, Faón, no era sino una chica...
Instituto Municipal del Libro, Málaga. Salón de lo Espejos del Ayuntamiento de Málaga, 16 de diciembre de 2010.
Luis Alberto de Cuenca, "El Reino Blanco". Madrid, Visor, 2010.
Lectura poética
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18 de diciembre de 2010
Publicado por HLO en 18:51
Etiquetas: Luis Alberto de Cuenca
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1 comentarios:
Lo cuentas tan bien que ardo en deseos de escuchar ea voz y de leer esos poemas.
Un besito.
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