Comenzaremos este año con una de las novelas más hermosas del 2010. Con ella se confirma Banville como uno de los mejores escritores en lengua inglesa contemporáneos.
Las primeras palabras que leí de la novela, abierta al azar, fueron "sobacos cebollinos" (página 117). No es desde luego un sintagma que caracterice el contenido de este texto pero sí ejemplifica esos rasgos de humor "marrón" (llamado también, impropiamente, escatológico) del autor irlandés que los mezcla con un tiempo indeterminado en el que es posible que los motores funcionen con agua y que Suecia se haya convertido en un potencia belicosa, y rasgos ucrónicos (como que Isabel Tudor perdiera el trono en favor de la reeina María de Escocia). Si bien lo que caracteriza a esta novela es la mezcla de un mundo humano, con personajes al principio algo indeterminados y marcados por la carga simbólica de sus nombres (Adam, Helen), con un mundo de dioses inmortales, que narran y a la vez se entremezclan en la ficción narrativa con sus criaturas humanas. Ellos son, al fin y al cabo, uno de los infinitos posibles frente al finito de necesidad que es el ser humano.
La escritura de Banville va entretejiendo un tapiz maravilloso en el que no hay que buscar un fin catártico o aleccionador, sino disfrutar de cada entrecruzamiento de los hilos de la narrativa, de la riqueza de sus matices y su colorido inigualable.
Una novela deliciosa para empezar temporada literaria. Y prescindr de otros insufribles productos editoriales (de la misma factoría, incluso: ver entrada anterior).
(En la ilustración, una perspectiva poco usual del Hermes atribuido a Praxíteles, siglo IV a.C.).
John Banville, "Los infinitos". Barcelona. Anagrama, 2010.
Los infinitos
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2 de enero de 2011
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2 comentarios:
Buenas vivencias para el año que comienza, buenas lecturas y mejores escrituras. Y QUE NOS LO CASQUES.
Un beso
Indigo: que el año sea literario pero, sobre todo, muy feliz. Un beso y un abrazo muy fuerte
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