No, decididamente no: el título elegido por los editores de Lumen para este libro de relatos -es una decisión editorial. así se declara en la solapa- no encaja con el contenido de los mismos; no los refleja en absoluto. "Un día es un día" es una expresión que incita al goce intensivo y raro a la vez, extemporáneo con total seguridad; implica derroche y sensualidad a manos llenas, nula reflexión, huida hacia adelante, hacia el abismo quizá...
Y en esto relatos de Margaret Atwood domina la memoria; una memoria feliz que rescata infancias (¿cuántas infancias podemos llegar a tener?) o una memoria amarga que rezuma amores y matrimonios o amistades femeninas con cierto olor a fermentación -el resentimiento- o a putrefacción -la venganza.
No: el universo de Atwood no es un día, un día explosivo y transfigurador, un día de catarsis o celebración: es todos los días, su sedimento y los productos de su decantación; es la memoria de una naturaleza que invade el ámbito doméstico como también lo hacen la poesía o el arte o un símbolo literario y folclórico como ese huevo de Barba Azul que da título al relato homónimo.
Todos los días resumidos en un anticuado juego de química que enseña a crear jardines de sal, tal vez los únicos edenes posibles.
Margaret Atwood, "Un día es un día". Barcelona, Lumen, 2013.
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