En el lenguaje coloquial -yo lo he oído y no hace mucho-, de una persona inteligente y culta se dice, con admiración, que "sabe latín". No sé si en italiano existirá una locución parecida, pero la idea debe ser la misma: el latín como el remate de lo difícil y de lo culto. Por eso el efecto cómico cuando un personaje de esta novela, Catarella -quien de ordinario se expresa con una jerga intraducible- amanece hablando latín, está asegurado.
Pronto comprobamos, no obstante, que se trata de un sueño: el comisario Montalbano está soñando. Y a Camilleri no le queda más remedio que traer al lector al campo de la verosimilitud más aquilatada porque, si no, el pacto se hará añicos...
Pero Camilleri sabe de sobra cómo restaurar ese pacto; bordear el campo de lo imaginado, de lo soñado, de los presagios, para acabar incorporándolo a una trama negra. Y conseguir el beneplácito del lector, que éste siga leyendo sin parar.
Yo misma, a pesar de caer en la cuenta de que, aunque no había leído el libro, sí había visto el telefilme que sobre él se ha hecho, he seguido leyendo. Y en un par de días me he terminado el libro. (Gracias a mi amiga Eloísa, pues ha sido un regalo suyo).
Andrea Camilleri. "Un filo de luz". Barcelona, Salamandra, 2015.
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