Hay cosa que de niños nos parecen normales pero no lo son en absoluto. Así, en la infancia, se pueden leer libros tan inverosímiles como los de Los Cinco de la autora británica Enid Blyton y quedarse tan ancho. Ahora piensa uno en la rareza de esos niños de once años bebedores de té, campistas en páramos solitarios, navegantes en barquichuelas que, de milagro, no se estrellaban contra los acantilados de la isla de Kirrin... Pero si sólo fuera eso...En realidad, en sus períodos vacacionales, estos preadolescentes (Julián, Dick, Jorge y Ana) se dedicaban a desenmascarar espías internacionales, ayudaban a detener contrabandistas y traficantes de drogas, resolvían secuestros...entre otras menudencias.
Ahora piensa uno qué clase de padres tenían Los Cinco. Hoy no hubieran durado ni cinco minutos con la tutela de sus hijos: los informes de los servicios sociales municipales serían demoledores...
Los Cinco eran el brazo infantil de la ley: minúsculo pero de una eficacia envidiable.
Los Cinco contra el crimen.
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20 de abril de 2009
Publicado por HLO en 17:40
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4 comentarios:
Estos libros me encantaban, me los leía en la biblioteca del cole y luego, de mayor, los he comprado en mercadillos de viejo cuando me los he encontrado.
Un besito
Buenísimo el texto, me parto
Hola, HLO. ¡Cuanta irónica verdad!
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P.D: ¡Qué envidia me daban!
Gracias Alice, gracias lammermoor (¿Lucía?)con vosostras mi blog empieza a estar algo más visitado que una tienda de trajes de flamenca en Getxo...
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