Rosa candida

7 de abril de 2013






 Si la observamos en un mapa, vemos que Islandia posee unas costas muy recortadas, pero que también tiene una compacidad innegable, enigmática, de ballena emergida en las norteñas aguas del Atlántico.
La novela de Audur Ava Ólafsdottir posee también una compacidad extraña, un ensimismamiento casi autista: es islandesa por los cuatro costados, aunque su protagonista -un joven de veintidós años llamado Arnljótur- realice un viaje iniciático fuera de la isla. Pero ignoramos el lugar dónde viaja, qué intrincado idioma aprende, cómo se llama la abadía famosa por su rosaleda donde recala...
El joven realiza su viaje con toda su idiosincrasia a cuestas, con su historia a cuestas -su madre muerta, su padre y su hermano gemelo deficiente mental; y su hija, una hija de siete meses que ha tenido con una chica con la que no convive.
La obsesión del joven es una rosa de ocho pétalos, pero es una obsesión menor comparada con las que va metiendo en su mochila de viajero: el cuerpo, la muerte, el sexo, la paternidad...
Quizá toda novela necesita una concentración especial de sus personajes, una especialización en sí de sus protagonistas, pero en este caso el grado de condensación es extremo. Todo esto produce un extraño efecto, una extraña sensación. El efecto es de una cierta irrealidad. Pese a su apariencia realista , con su enumeración de objetos y plantas y su recreación de espacios verosímiles, el resultado es el de una fábula contemporánea. Un poco engañosa, como todas las fábulas; un poco aleccionadora y manipuladora también.

Audur Ava Olafsdottir, "Rosa candida". Traducción de Enrique Bernárdez Sanchís. Madrid, Santillana Ediciones Generales, 2013.

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