La chumbera de Flaubert

8 de mayo de 2013


¿Es necesaria una exhaustiva documentación para escribir novela histórica?
La polémica surgió en Carmona en la mesa redonda dedicada, precisamente, a la relación entre novela histórica e Historia del Arte. Yo apunté que la obra de arte  cumple una función de referencialidad, la función de ser un referente común entre el lector medianamente culto y el escritor, un puente establecido entre ellos.
Otra de las funciones de la obra de arte es la de excitar la imaginación del creador, ayudándolo desde esas imagines a imaginar mundos perfectamente autónomos, mundos susceptibles de ser narrados.
Ahora bien, entre el público surgió la idea de que no era tan importante esa labor de documentación, que lo esencial es una historia que fuese atractiva, que enganchase al lector. Yo no negué la importancia de la narración pero, dado el género que manejábamos, insistí en que había que tener un cuidado exquisito en esa documentación, incluso sin pasarse, para que no ocurriese como con la famosa chumbera de Flaubert -conocida anécdota del escritor francés que, con su afán por documentarse minuciosamente para su novela Salambó, viajó a las ruinas de la antigua Cartago, y como viese allí esta planta de origen americano la incluyó, al final del capítulo cuarto, en la descripción de esa urbe cartaginesa...del siglo III a. C.
   Nadie se plantea que en la novela negra, por ejemplo, haya muchos asesinatos, o armas, o actos violentos, siendo como son, al fin y al cabo, elementos propios del género. Pero no se sabe bien por qué, con la novela histórica surgen dudas acerca de la utilización de uno de los recursos esenciales del género -la documentación histórica, la cual lleva implícita un uso no torticero de la misma aunque sí esté sujeta a las necesidades del relato, ya que se trata de literatura y no de ensayo histórico.
Los géneros tienen sus reglas; la sujeción a esa documentación es una de las reglas de oro de la novela histórica porque, si carece de ella, será otra cosa porque novela histórica no. Luego está el talento del escritor, su capacidad para seducir al lector con su relato, su valía literaria; elementos que no son prescriptivos, pero cuya ausencia no provoca -cosa rara- la protesta de los lectores.


Gustave Flaubert. "Salambó". Madrid, Edaf, 1999 (1862).

1 comentarios:

Arcoyflecha dijo...

Como lectora me gusta que la novela histórica esté bien documentada, eso sí, a demanda de la propia historia.
Un besito