Tabarros

29 de junio de 2010



José Antonio Padilla y yo habíamos coincidido en un libro. En "Inéditos", una antología poética compilada por Ignacio Elguero y editada por Huerga y Fierro. Pero también en el número 8 de la revista "Zut" que dirige Juan Bonilla. En ese número, entre otros autores (Carlos Marzal, Ramón Eder, Chema Cobo), José Antonio publicó sus "Tabarros". Él mismo explicaba este título: "Si Chamfort los llamaba avispas y Canetti moscas, yo los prefiero como tabarros. Lo importante es atraparlos en su veneno máximo, salpicando de fragmentos el futuro. Si Nabokov cazaba mariposas, yo cazo tabarros" (pág.95).
El último dice así: "La luz acorta las ausencias".

Revista "Zut" nº 8.Primavera-verano 2008.

Homenaje a José Antonio Padilla


Dentro del ciclo "Versos y estrellas" -organizado por Centro Cultural de la Generación del 27- se celebró ayer en Málaga un homenaje al poeta José Antonio Padilla (1975-2009). El acto, celebrado en el hotel Molina Lario, congregó a un nutrido grupo de amigos y familiares que quisieron homenajear al poeta con lo que más le gustaba: un libro. Así lo afirmó José Antonio Mesa Toré quien, tras la presentación de Aurora Luque, hizo una breve historia del libro editado. De cómo afluyeron las colaboraciones, hasta un total de cincuenta, de poetas de Málaga y de otros lugares de España, que quisieron aportar su particular colaboración en forma de poema o breve prosa. Los cincuenta textos fueron leídos a continuación. Y Mesa Toré concluyó la lectura del libro con el aforismo que lo cierra. Un aforismo de José Antonio Padilla, bellísimo y terrible como el oleaje más intenso ("Colección de olas" se llama su libro de aforismos, precisamente):

"Pertenece ya a lo profundo, al sistema respiratorio de los ángeles".

(En la ilustración, una fotografía de José Antonio Padilla).

VVAA, "Colección de olas para José Antonio Padilla". Málaga,Centro Cultural Generación del 27, 2010.

Cárcel portátil

25 de junio de 2010


Claro que sí. El burka es una suerte de feminicidio. Una desposesión brutal de la identidad de las mujeres, un recorte pavoroso de sus posibilidades humanas. Empezando por la posibilidad de ver bien (un sentido esencial para la construcción del mundo y del pensamiento) y terminando por la de ser vistas.
Una falta de respeto atroz a la persona que va dentro. Pues para respetar al otro -para reconocerlo como humano y reconocer su dignidad- debemos empezar por la tarea elemental de verlo y reconocerlo, dotarlo de identidad y mirarnos en el espejo de su humanidad, la nuestra también.
La apelación a la no discriminación a las mujeres casi pasa a un segundo lugar tras comprobar que el burka es eso, el asesinato de la personalidad. Una suerte de tortura, un presidio ambulante.
No hay persona sin identidad personal. Y esta aseveración debe tener carácter universal. Como universal es la especie humana: la misma, todos somos la misma especie humana. El mismo ser deseoso de significación, ansioso de sentido.

Enciclopedia con tacones


Quiero enviar desde aquí un saludo cordialísimo a mis alumnos de 2º de bachillerato de Historia del Arte. Quienes eligieron para mí -en la banda que imponen a los profesores en su ceremonia de graduación- este lema: "Enciclopedia con tacones".
Muchas gracias. Y hasta siempre.
¡Suerte a todos!

G de guardaespaldas

21 de junio de 2010



Francisco Ortiz dudaba el otro día. No sabía si me había leído todo el alfabeto del crimen. Por supuesto que sí, le dije. Enterito. Sue Grafton es una de mis autoras favoritas y una de las culpables también de que abriera este blog, ya que era una de las series leídas que contaba como bagaje de lecturas para un espacio de literatura negra. Empecé, no obstante, comentando la "T", el último aparecido en castellano. Y continué al revés, hasta hoy, que llego a la "G". El resto es, todavía, mi fondo de armario.
La verdad es que es como un "viaje a la semilla" a lo Alejo Carpentier (y yo todavía sin hablar de este autor, uno de mis dilectos desde los dieciséis años): una Kinsey Milhone que descumple años (treinta y tres en esta entrega) y su casero, Henry Pitts, que se remoza y se vuelve más guapo (aunque eso es imposible casi, a ojos de Kinsey).
En esta entrega, nuestra detective, el mismo día de su cumpleaños, aparte de estrenar micro-casa y celebrarlo con rosquillas de canela (las dos cosas, de su casero), recibe el encargo de buscar a una mujer en el desierto de Mojave. El asunto parece hasta banal. Kinsey, muy contenta, recibe un anticipo de quinientos dólares. Y se va a un Mc Donald`s a celebrarlo con una superhamburguesa de queso. (Y dice la tía que pesa cincuenta y tres kilos: no me lo creo).

Sue Grafton, "G de guardaespaldas". Barcelona, Tusquets, 1992. Tradición de Antonio- Prometeo Moya.

Cuentos al amor de la lumbre

19 de junio de 2010


Buscando el libro "La memoria de los cuentos" -que no hallé- di con esta edición conmemorativa de los veinticinco años de "Cuentos al amor de la lumbre". Un clásico que debería estar en todas las bibliotecas escolares y leerse en todas las casas (con niños o no, porque no están dirigidos estos cuentos sólo a un público infantil, sino a un público más amplio, como el que antaño se reunía en torno a la lumbre y su calor primigenio). Precisamente ayer disfrutando (¿?) de una fiesta escolar de fin de curso, pensé con tristeza en cómo todo el imaginario de los cuentos, en la actualidad, está pasado por el empobrecedor y falsario filtro de la factoría Disney y adláteres. Y una riquísima tradición popular autóctona está a punto de extinguirse de modo irremediable.
La labor de Antonio Rodríguez Almodóvar es, en este contexto, doblemente meritoria. Por un lado, rescata ese venero riquísimo de narraciones orales, justo antes de la desaparición de esas sociedades rurales en las que han pervivido como relictos de un tiempo ancestral del "bajo Neolítico, la época de formacón de la nueva sociedad agraria, sedentaria, exógama y defensora de los derechos de la propiedad privada y de su transmisión a hjos legítimos" (pág. 30).
Por otro lado, Antonio Rodríguez Almodóvar, un escritor de primerísima fila (no un mero erudito ni un filólogo academicista) fija esas versiones, no sólo expurgándolas de añadidos innecesarios, sino fijando con un lenguaje límpido y bellísimo la esencia narrativa de estos cuentos. No era tarea fácil, porque el acarreador de datos y el creador pueden entorpecerse, máxime en una tarea de este calibre. Pero que Rodríguez Almodóvar sale no sólo indemne sino triunfante de esta ardua y hermosa tarea, nos lo demuestra la pervivencia de este legado y su encanto inmarcesible. Sólo un escritor excelso, pues, podía otorgarle calidad (y calidez) literaria a este magma narrativo. Y aquí lo tenemos, fijado maravillosamente, para disfrutarlo.
Los cuentos se agruoan en veintitrés ciclos, más uno especial que recoge un sólo cuento, el de "Juan el oso". De esos ciclos destacan algunos como el de "Blancaflor", "La princesa y el pastor", "Mujeres difíciles", "Tontos" o "Andanzas y desventuras del lobo".
(En la ilustración, como no he encontrado una "Estrellita de oro", uno de los cuentos que más me emocionan, he puesto esta "estrellita de plata", evidentemente una Reina de las Nieves...)

Antonio Rodríguez Almodóvar, "Cuentos al amor de la lumbre". Madrid, Alianza, 2009. Dos vols.

Muerte de Saramago

18 de junio de 2010



Conocí a Saramago. Quiero decir: él era una de las estrella invitadas a una concentración algo peculiar de jóvenes creadores y escritores consagrados, y yo un espécimen algo inefinido de aquéllos.
Saramago hablaba en su "portuñol" particular, con lucidez y un deje de socarronería también; mas sin ser áspero jamás. Le pedí que me dedicara uno de sus libros, "Memorial del convento",un texto densamente barroco, sin un signo de interrogación, sin un signo de exclamación (la pregunta, la admiración es todo el libro entero).
Y en la dedicatoria, con un abrazo, firma, en vez de Mollina -la localidad malagueña en la que nos encontrábanos-, "Monilla". (Quisiera pensar que lo traicionó el subconsciente).
Este libro, todos sus libros, nos acompañarán en la memoria siempre.


José Saramago, "Memorial del convento". Barcelona, Seix-Barral, 1992.