Cárcel portátil

25 de junio de 2010


Claro que sí. El burka es una suerte de feminicidio. Una desposesión brutal de la identidad de las mujeres, un recorte pavoroso de sus posibilidades humanas. Empezando por la posibilidad de ver bien (un sentido esencial para la construcción del mundo y del pensamiento) y terminando por la de ser vistas.
Una falta de respeto atroz a la persona que va dentro. Pues para respetar al otro -para reconocerlo como humano y reconocer su dignidad- debemos empezar por la tarea elemental de verlo y reconocerlo, dotarlo de identidad y mirarnos en el espejo de su humanidad, la nuestra también.
La apelación a la no discriminación a las mujeres casi pasa a un segundo lugar tras comprobar que el burka es eso, el asesinato de la personalidad. Una suerte de tortura, un presidio ambulante.
No hay persona sin identidad personal. Y esta aseveración debe tener carácter universal. Como universal es la especie humana: la misma, todos somos la misma especie humana. El mismo ser deseoso de significación, ansioso de sentido.

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