Donna Leon no se corta un pelo. Habla de lo incomprensible del éxito literario. Dice que ella leyó veinte páginas de El código da Vinci y lo tiró a la basura...
Pero los lectores, ya se sabe, son, además de imprevisibles, testarudos. Y uno de los daños colaterales que ha hecho ese libro (no hablo de los daños infligidos a la literatura) es el hecho de que no se pueda ver La última cena, de Leonardo da Vinci en Santa Maria delle Grazie de Milán más que reservando las entradas con dos semanas de antelación.... Puro papanatismo: para ver otras obras de da Vinci, como el retrato del músico de la Pinacoteca Ambrosiana o el auténtico manuscrito vinciano, el Códice atlántico (repartido entre la Ambrosiana y el propio cenacolo, en una sala aneja), no había casi nadie.
El verdadero enigma de Leonardo da Vinci es el propio Leonardo da Vinci: su curiosidad insaciable, su fantasía desbordante, su ingenio inverosímil, sus creaciones técnicamente chapuceras (como La última cena)...
(En la ilustración, una página del llamado Códice Atlántico).
Declaraciones de Donna Leon a el diario El País, 31 de agosto de 2011.
Carlo Pedretti, Leonardo. Il Cenacolo. Florencia, Giunti, 1999.
Cenacolo vinciano
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31 de agosto de 2011
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