Ystad es la pequeña localidad de Escania, el sur de Suecia, donde Wallander vive y trabaja. Cuando Baiba rompe con él le dice (hay excusas para todo) que ella no podría vivir en Suecia. Y añadió, según el autor: "¿Y en Ystad, qué se le había perdido a ella allí"? (página 37). Nos podemos imaginar el desconcierto e incluso el desagrado de la letona ante una modesta ciudad en la opulenta Suecia, más rural quizá de lo que ella imaginaba...
Pero en la apacible ciudad de la Andalucía Sueca también existe el mal. Y tras las celebraciones de la fiesta de San Juan, el solsticio de verano, tres jóvenes son brutalemente asesinados...
(La fotografía de Ystad es de Juanjo Sánchez, de Cádiz, España)
Henning Mankell, "Pisando los talones". Barcelona, Quinteto, 2005.
Ystad
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30 de julio de 2009
Publicado por HLO en 17:08
Etiquetas: Henning Mankell
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3 comentarios:
He estado varias veces en Ystad, en publicado reportajes sobre Wallander, y desde luego no es tan rural y sí muy opulenta en el sentido en que los suecos son opulentos (con sencillez). La relación que Mankell hace establecer con Baiba es, sobre todo, humana. Mucha gente se reconoce en algo así, sin aditivos ni pseudoromanticismos baratos. Ese es el mérito de la obra de Wallander: que es humano. Con independencia de que los finales de las novelas sean dignas del Far West...
Me llevas una ventaja extraordianria en el sentido de que no he estado en Suecia ni en Ystad: mi experiencia es puramente libresca. Quizá no sea lo más adecuado decir que Ystad sea rural pero sí que es una ciudad pequeña, que no llega a los 20.000 habitantes (según los datos que he consultado), como cualquier pueblo grande de Andalucía.
Y tienes razón: los finales son a veces muy aparatosos, como en "El hombre sonriente", que empieza como un drama psicológico y acaba como una peli hollywoodiense.
Y en cuanto al romanticismo barato, bueno: siempre será mejor un libro caro que una rosa birlada en el jardín municipal.
Sí, Mankell es exagerado... en todo. Menudas reuniones repasando datos y hechos se pegan los tíos en la comisaría. Qué paciencia hay que tener.
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