Todas las novelas negras dejan intacto el nódulo esencial de las mismas: el mal. Eviedetemente no es su función dilucidar los orígenes y las manifestaciones del mal en el ser humano. Como mucho, la novela negra se limita a constatar que ante el mal absoluto, las sociedades y los individuos son demasiado frágiles y tan sólo les cabe a las primeras (a sus instituciones) poner parches, arbitrar remiendos que lo palíen. El mal existe. Y esa bobada de que el hombre es bueno por naturaleza no se la cree ni la madre que la parió, es decir, Rousseau.
(He puesto a Sofía Loren como justo contapunto poético al Mal absoluto).
El mal
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20 de mayo de 2009
Publicado por HLO en 21:34
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3 comentarios:
Sin llegar a ser novela negra ni llevar lunares estampados entre las novelas de misterio me encanta Mary Higgins Clark.
Despierta en mi
la canival que llevo dentro destripando sus letras.
Besitos :-)
Pd: Y gracias por pasear por mi blog.
Bien dicho! Y el contrapunto, una maravilla de la naturaleza, una bondad...
Besitos
Los católicos lo tienen fácil: personifican el mal en el diablo y se acabó. Pero no es tan fácil deslindar el Bien con mayúscula del Mal con mayúscula también.
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