La codicia es, según José Antonio Marina y Marisa López,"un deseo vehemente y excesivo de adquirir bienes". Dicho así no parece tan grave. Podemos incluso pensar que es la esencia, el motor del sistema económico capitalista, ese deseo de adquisición de bienes (materiales, se supone). Y así funciona la industria de la química ligera (los perfumes, por ejemplo)o el sector inmobiliario (la posesión de una propiedad se hace equivaler a la posesión de la felicidad), con el deseo no siempre racional, del consumidor que ansía esa posesión. Y cuando ese deseo decrece se produce nada menos que una contracción económica, una crisis; la temida deflacción acaba por aparecer y la disminución del PIB se convierte una realidad indeseada.
Pero ocurre que esa pasión "excesiva" se amasa con demasiada facilidad con métodos ilícitos,con la mentira, el fraude o el asesinato. Hay entonces víctimas y ejecutores. O ambos a la vez. Los personajes de "El alquimista impaciente", Trinidad Soler, como Zaldívar u Ochaíta e incluso, con sutiles diferencias, los personajes femeninos como Irina, Blanca o Patricia, actúan movidos por la codicia. Una codicia que, en el fondo,no es sino un trastorno de la imaginación (un trastorno cognitivo dirían los psicólogos) pues da por supuesto que la consecución de bienes innúmeros lleva aparejada una forma suprema de felicidad.
La codicia, transmutada o no en pura avaricia, puede volverse tan incontrolable como los mecanismos de fisión de un material radiactivo.
José Antonio Marina y Marisa López Penas, "Diccionario de los sentimientos". Barcelona, Anagrama, 2002.
La codicia
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17 de agosto de 2009
Publicado por HLO en 8:41
Etiquetas: Lorenzo Silva
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1 comentarios:
La codicia mata más personas que la gripe A y no es un problema de estado.
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