Ángel y muerte

11 de noviembre de 2011

¿Qué hace un "ángel" hablando de la muerte? El chiste es malo, lo sé, pero no he podido evitar hacerlo. También podríamos preguntarnos ¿qué hace un ministro hablando de la muerte? Y lo más obvio es responder que el cargo de ministro es algo adventicio, los ministros van y vienen (eso se lo dije a alguien que trataba de convencerme para que asistiera a un acto al que acudía una ministra), pero los filósofos (los metafísicos en este caso) permanecen.
El libro acude a los autores que con más enjundia han hablado de la muerte, de Platón a Hegel, de Rilke a Montaigne pasando por Heidegger, pero no es, en modo alguno, un acopio de textos como el propio autor dice. Se trata de una cuidadísima meditación, una interpretación a partir de textos clave, partiendo de la asunción de esa mortalidad."sin euforias ni resignaciones", desde "la sobriedad del pensar" como afirma el autor en la primera página.
Esa mortalidad afecta también a la comprensión del cuerpo, ese cuerpo sobre el que hay una "superproducción del saber social y cultural " (pág. 131) y sin embargo queda oculto tras ese exceso de discursos "inaprensible, omnipresente" (pág. 132).
Hay que advertir que, pese al atinado título (una frase hecha que, descontextualizada, adquiere su dimensión más profunda sin dejar ser una obviedad), no hay hada sencillo ni estereotipado en este libro. Ni es un libro de "autoconsuelo" sobre la muerte; tampoco un manual de filosofía al uso. Al lector que se acerque a sus páginas se le requerirá la máxima concentración, su desvelo casi. Pero se verá ampliamente recompensado, se lo aseguro.

Ángel Gabilondo, "Mortal de necesidad". Madrid, Abada Editores, 2004.


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