Si a los crímenes sin resolver se les llama usualmente "misterios", qué mayor asunto sin resolver que el de la mente humana...Merece, sin duda, un investigador de la entidad de Antonio Damasio, un científico de primerísima fila que, además, tiene el gusto de exponer sus conocimentos para el gran público.
Este neurólogo trata de explicar en este libro dos misterios fundamentales: cómo el cerebro construye la mente y cómo ese cerebro consigue que esa mente sea consciente.
La base de este conocimiento la constituye la neurobiología, si bien es de resaltar que el propio Damasio señala la importancia de la psicología y la filosofía de la mente en la explicación de estos fenómenos. Ya resulta llamativa tanto la necesidad de una forma híbrida entre la monografía científica y la escritura ensayística para la exposición de las teorías de Damasio, cuanto la apelación de éste a la necesidad de unir humanismo tradicional y ciencia en pos de un mismo objetivo: reforzar la dignidad humana (pág.58).
Dos ideas de Damasio me han llamado poderosamente la atención: que "el cuerpo es fundamento de la mente consciente" (pág,44) , no existiendo una frontera bien definida que separe el cuerpo del cerebro ("el cuerpo y el cerebro se hallan inmersos en una danza interactiva continua", pág. 157), y que, frente a esa hegemonía adjudicada a la corteza cerebral, "el cerebro no empieza a forjar una mente consciente en la corteza cerebral sino que lo hace más bien en el tronco encefálico" y por tanto "la corteza cerebral no puede hacerlo todo ella sola" (pág. 364).
Antonio Damasio, "Y el cerebro creó al hombre". Barcelona, Destino, 2010.
(El título inglés del libro me parece más ajustado al contenido: Self comes to Mind).
El misterio del cerebro
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23 de febrero de 2011
Publicado por HLO en 17:59
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2 comentarios:
Desde hace un tiempo vengo observando una cosa inquietante.No se puede vivir sin un corazón,sin pulmones,etc.Pero empiezo a ver que la mayoría de la gente ha dejado de hacerlo funcionar,es decir,que viven sin él.
besos y un fuerte abrazo.
O por lo menos con uno perfectamente intercambiable (como un riñón, un hígado).
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