Pongo "Trotsky" en el buscador de imágenes y me salen ciento veintiseis mil perros que se llaman "Trotsky". Raro capricho el de sus dueños. Insisto. Busco ahora un Trotsky joven, un Trotsky antes de Trotsky, y lo encuento. Un joven ligeramente estrábico, con una piel tersa como una manzana y pletórico de pelo y de vida. La camisa de tirilla, sin cuello, es encantadora. ¿Qué piensa cuando le hacen la foto? Nada, como siempre que nos hacen fotos. Puede que en la vida, que se abría dilatada ante sus ojos...Qué se iba a imaginar el joven Trotsky que se iba a converir en una figura histórica controvertida pero crucial en la historia de Rusia. O que iba a ser asesinado en Méjico por un sicario español...Menos todavía podía imaginarse que un escritor cubano novelaría su trágico final.
Leonardo Padura, "El hombre que amaba a los perros". Barcelona, Tusquets, 2009.
Trotsky
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11 de noviembre de 2009
Publicado por HLO en 19:57
Etiquetas: Leonardo Padura
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