En "La leona blanca" el padre de Wallander no sólo piensa casarse con una mujer treinta años más joven que él, sino que sigue pintando urogallos. Atardeceres con o sin urogallo, a petición del comprador. Wallander ya se ha acostumbrado a esta rareza pero pensar en el matrimonio de su padre lo pone enfermo.
Es una pena que las cosas y los personajes no viajen de unos ciclos novelescos a otros: ya podríamos tener otra alternativa para la U de nuestra detective Kinsey Milhone...
Yo me pienso saltar esta norma algún día y le pediré prestado a Alfonso Salazar su detective Matías Verdón para que se cruce en la vida de mi detective o de mi comisario favorito. Porque Mankell no creo que me deje su urogallo.
Henning Mankell, "La leona blanca". Barcelona, Tusquets, 2009.
Urogallo
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26 de febrero de 2010
Publicado por HLO en 15:32
Etiquetas: Henning Mankell
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