Hace un tiempo escribía un artículo para la revista .38, benemérita publicación dirigida por Ricardo Bosque. Lo titulé "Las islas asesinas", pues en él hablaba de las islas en las que la ficción, la novela negra, ha situado sus escenarios: desde la Hedeby de Larsson a la Venecia de Brunetti, pasando por la fatídica isla donde Ágatha Christie imagina la trama de "Diez negritos". Pero como expresa de modo tan acertado la frase hecha, "la realidad supera a la ficción". La supera claro por el simple hecho de ser realidad, de ser crímenes de verdad y no librescos, pero, en el caso de Utoya, la supera en las dimensiones espantosas que cobra con el número de vítimas tan elevado, la horrible crueldad del asesino, el contraste entre el idílico lugar y la trampa sin escapatoria en la que se convirtió ese minúsculo corazón verde que es la isla. También, todo hay que decirlo, por la inepcia de la policía, que tarda muchísimo tiempo en acudir y un tiempo interminable en reducir al asesino en perfecto estado de salud.
El corazón del horror
Tweetear |
25 de julio de 2011
Publicado por HLO en 8:32
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
Algo así pensé yo, parece de ficción, propio de una novela negra. En este caso, negra y sangrienta realidad.
Un besazo, compi, y feliz verano.
Pues más besazos y que el verano te sea propicio (el mío va regulín nada más).
La realidad es ficción destilada, purificada.Las individuos de ideologías purificadoras (nazis, fascismos, ultraizquierdismos, islamismos,...) nos matan en la búsqueda de su camino hacia la tumba. su puerta a la "gloria". Su gloria. Habría que enterrarlos como a los vampiros, mirando al suelo. ¡Que me perdonen los vampiros!
Por si el mundo no está bien hecho, ellos añaden más horror, más dolor. Para mayor gloria suya, como bien dices, para sus miserables intereses personales.
Un saludo.
Publicar un comentario