Un insistente lugar común difunde la especie de que los artistas, los escritores -sobre todo los poetas- son más propensos a la depresión y al suicidio. Uno de cada tres, se atreven a decir algunas estadísticas.
Si eso fuera así, las ciudades, los campos, la periferias urbanas de adosados estarían llenas de cadáveres. Habría, en determinados lugares, casi tantos muertos como produjo la Peste Negra de 1348....
Esto no es más que un bulo. Ocurre que, de los poetas y de los escritores, gente ególatra de por sí, conservamos testomonios literarios, cartas ológrafas, hasta documentos visuales. Si son famosos o excepcionalmente buenos, habrán llovido los libros y las monografías que se regodean en esos aspectos escabrosos como cualquier programa televisivo al uso. En cambio ¿conocemos la tragedia íntima del frutero de la esquina? ¿La depresiós que sufre la vecina del 4º? Ni nada sabremos jamás de muchos suicidios de personas anónimas, disfrazados de accidente automovilístico....
Los escritores, señores, no estamos más deprimidos que el resto de los mortales. Es cierto que algunos parecen especialistas en el arte de sufrir. Pero, a pesar de ello, disfrutan contándonoslo.
(En la ilustración, la poetisa Anne Sexton, que se suicidó en 1974 -pero cuántas damas de los barrios residenciales de los años 50 y 60 -cuya vida tan bien describió Betty Friedan- no sufriría depresiones post-parto).
Genio y locura
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31 de agosto de 2010
Publicado por HLO en 11:40
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1 comentarios:
Estoy muy de acuerdo contigo. Y si te fijas verás que LAS artistas y las escritoras todavía aparecen en mayor proporción como cencerros. Me has hecho acordarme de Julianne Moore en la peli "Las horas" (la novela no la he leído) y lo bien que hacía de depresiva en la California de esos años de los que hablas.
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