Cora, la protagonista de la novela, no es una mujer despampanante. No al estilo de la Lana Turner que protagonizaría una de las versiones cinematográficas. Tiene el cabello negro, pero ella se encarga de recalcar que no es mejicana, que tiene la piel blanca y su apellido de soltera es Smith. Frank, el joven buscavidas que llega al restaurante de carretara de Cora y su marido, dice incluso que "no era una belleza arrebatadora". Pero le atrae de un modo irresistible, al modo irresistible de las mujeres fatales más feroces, justamente aquellas que obligan a los hombres a hacer lo que no quieren. La vida de Cora no es, sin embargo, un ejemplo de actitud depredadora. Aspirante a actriz como tantos miles de muchachas que ganan un concurso de belleza local, acaba trabajando en un local de mala muerte. Para explicar su matrimonio dice: "Cuando una mujer trabaja dos años en uno de esos cafetines de Los Ángeles,se agarra al primer hombre que tenga un reloj de oro".
La historia de Frank y Cora es sórdida. Sórdida como la década de los treinta, la terrible década de la Depresión. Pero extrañamante sugestiva. Como el texto literario, tan deleznable a veces, pero con frases lapidarias de una eficacia inaudita. Como por ejemplo cuando Cora describe a Frank diciéndole: "Tú eras el vagabundo perfecto. Ni siquiera tenías calcetines".
James M. Cain, "El cartero siempre llama dos veces". Barcelona, RBA, 2009 (1934).
Cora Smith
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16 de octubre de 2009
Publicado por HLO en 19:37
Etiquetas: James M.Cain
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2 comentarios:
Una de mis personajas favoritas.
De una altura intelectual tremenda, vamos. Pero muy bien conseguida como personaje, a pesar del prisma masculino con el que está observada.
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