Cristina Kahlo

1 de julio de 2010



He vuelto con Padura. Lo abandoné, no tanto urgida por necesidades perentorias (trabajo, etcétera), cuanto por sentirme abrumada por la morosidad del relato. La novela es larga, pero sobre todo, densa. Con dos líneas temporales que se entrelazan (Cuba, 1977; años 30). Con Ramón Mercader y Trosky compartiendo el protagonismo narrativo. Y un misterioso "hombre que amaba a los perros" que le hace insólitas confidencias a un escritor cubano.
Quizá sólo se pueda novelar así una historia tan inverosímil: con la morosidad necesaria para reconstruir la verdad de una historia increíble (más los añadidos de la ficción novelesca).
En Coyacán, en la Casa Azul, un Trostski casi sexagenario perseguirá primero a Crsitina Kahlo (sin conseguirla) y luego a Frida (que se le entregará con una urgencia pasmosa).

(En la ilustración, un retrato de Cristina, pintado por Frida Kahlo).

Leonardo Padura, "El hombre que amaba a los perros". Barcelona, Tusquets, 2009.

0 comentarios: