Sherlock Holmes

29 de julio de 2010



El caso de Arthur Conan Doyle es el típico caso del autor fagocitado por su criatura literaria. Es más, leyendo su biografía, sentimos a ratos conmiseración, a veces sorpresa, por las peripecias vitales de este autor que, como otros muchos, llega a renunciar al personaje al que le debe la vida literaria. Conmueve el empeño que pone en crear otras obras más serias y, sobre todo, el asesinato que perpetra contra el pobre Holmes. Como nos cuenta Jesús Urceloy -a cargo de esta edición-, después de despeñar al detective junto a su rival Moriarty, llegaban cientos de cartas a la casa del escritor, rogándole (e incluso amenazándolo) que resucitara al personaje. Y se crearon clubes y asociaciones con la consigna "Viva Holmes" (pág. 30). Los escritores, como los padres, son responsables del alumbramiento y crianza de sus hijos, pero no, está visto, de lo que hagan estos luego por sí mismos...
Este libro recoge el conjunto de la obra protagonizada por Sherloch Holmes, hasta un total de sesenta novelas, más o menos cortas, y relatos. Todavía no me los he leído (hoy ha llegado el libro a mis manos), pero tengo disfrute para rato.

Arthur Conan Doyle, "Todo Sherlock Holmes". Edición, introducción,notas y apéndices de Jesús Urceloy. Madrid, Cátedra, 2010. 7ª edición; 1661 páginas.

4 comentarios:

Noemí Pastor dijo...

Tengo el "librito", pero todavía ni le he quitado el plástico.

HLO dijo...

Yo, lo mismo que a los blísteres de carne de los supermercados, lo primero que hago es quitarle el plástico, independientemente de que lo vaya a devorar de inmediato o no.

El Doctor dijo...

Créase o no, las historias de Sherlock Holmes leídas hoy, en el siglo XXI, constituyen una puesta en escena especialmente gráfica de la teoría del conocimiento. No es fácil comprender qué relación hay entre la novela negra y la teoría del conocimiento, pero este esfuerzo es el precio que se paga para poder leer novelas policíacas con la conciencia tranquila. La teoría moderna del conocimiento afirma que toda percepción va acompañada de un punto ciego. En otras palabras, no existe el ver sin el no ver. Justamente este punto nos conduce a la pareja de Holmes y Watson: el genio de Holmes va seguido del ignorante Watson, que representa su constante punto ciego. No existe uno sin el otro o, expresado de otra forma, no hay conocimiento sin ceguera.

Como has visto soy un fanático de la obra de Conan Doyle.

Besos.

HLO dijo...

Un punto de vista interesantísimo. Lo tendré en cuenta al leer las novelas. Pero ese Holmes tan listo ¿es de verdad tan listo?
¿No es, en realidad, un alexitímico, un paralítico emocional?