Leonardo Padura es un excelente narrador. Porque uno sigue leyendo esa historia que sabe perfectamente cómo acaba, pero no importa, porque la novela te absorbe, te lleva por donde ella quiere (de La Habana a París, de Méjico a Moscú).
Es cierto que en un determinado momento parece como si el autor no supiera o no quisiera concluir la narración. Y te preguntas dónde te conducirá al fin, por qué busca una nueva explicación, una suerte de justificación (o un rosario de justificaciones más bien). Y la apelación a un final tan dramático, tan sentimental, pueda parecer excesiva. Pero luego piensas, no, así está bien, perfecto. Al final, después de todo qué queda sino la pringue de los sentimientos. El pastel del materialismo histórico hace tiempo que se pudrió. "(...) y al carajo Trotski si con su fanantismo de obcecado y su complejo de ser histórico no creía que existieran las tragedias personales sino sólo los cambios de etapas sociales y suprahumanas". (pág. 570). Eso lo dice un personaje, pero el propio Padura, en una nota de agradecimiento escribe: "(...) quise utilizar la historia del asesinato de Trotski para reflexionar sobre la gran utopía del siglo XX, ese proceso en el que muchos invirtieron sus esperanzas y tantos hemos perdido sueños, años y hasta sangre y vida" (pág.571).
Leonardo Padura, "El hombre que amaba a los perros". Barcelona, Tusquets, 2009.
Perra utopía
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3 de julio de 2010
Publicado por HLO en 18:44
Etiquetas: Leonardo Padura
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2 comentarios:
Y, sin embargo, cómo matar la utopía, cómo quedarse huérfanos sin algunas utopías...
Utopía significa: no-lugar, ningún lugar. Yo prefiero éste (aunque con menos fútbol y más libros, más sexo y menos abortos...etcétera).
En la utopía marxista no estaba el derecho a ver el mar al atardecer, que es lo que más me gusta.
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