Un nuevo Velázquez

1 de julio de 2010



Ha sido hallado, al parecer, un nuevo velázquez. Un cuadro que estaba almacenado en los sótanos de la unversidad de Yale, catalogado como de un autor indeterminado del siglo XVII (cf. edición de hoy de El País).
El óleo es curioso, no sólo por la figura de Santa Ana -extrañamente masculina en su rostro-, o por la figura de la virgen niña -tan desvalida-, sino sobre todo por el tema. Cómo entendía un personaje del barroco, el mismísimo Velázquez, el aprendizaje de la lectura: como un acto privado, inserto en el ámbito doméstico. No había entonces lo que entendemos ahora por un sistema educativo (un invento decimonónico). Y si existían escuelas, estaban organizadas por instituciones eclesiásticas. De hecho, hasta casi el siglo XX, la única posibilidad de educación formal para las niñas era el convento. Pero, en general, la educación de las mujeres siguió los preceptos de "La perfecta casada" de fray Luis de León y se limitó a un aprendizaje somero de la lectura y una orientación intensiva hacia las tareas domésticas y las labores que se consideraban propias de su sexo.
No es extraño que una contemporánea de Velázquez, la novelista María de Zayas, escribiera: "Y así, la verdadera causa de no ser las mujeres doctas, no es defecto del caudal, sino falta de la aplicación, porque si en nuestra crianza, como nos ponen el cambray en las almohadillas y los dibujos en el bastidor, nos dieran libros y preceptores, fuéramos tan aptas para los puestos y para las cátedras como los hombres..." (pág. 15).

(En la ilustración, el óleo de Yale).

"Entre la rueca y la pluma. Novela de mujeres en el Barroco". Estudio, edición y notas de Evangelina Rodríguez Cuadros y Marta Haro Cortés. Madrid, Biblioteca Nueva, 1999.

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